Américo Vespucio
(Amerigo Vespucci; Florencia, 1454 Sevilla, 1512) Navegante italiano cuyo nombre
originaría la denominación del continente americano. Como es sabido, Cristóbal Colón
murió creyendo que había llegado a las Indias, sin sospechar que aquellas islas de las que
había tomado posesión en nombre de la Corona de Castilla pertenecían a un nuevo continente. Un amigo suyo, Américo Vespucio, fue el encargado de decir a la vieja Europa
que las tierras halladas por Colón no eran las asiáticas, sino que formaban parte de una
"cuarta pars" del mundo a la que daría su nombre involuntariamente. Este hombre,
insignificante frente a la gran figura de Colón, también murió sin conocer los efectos de su revolucionaria noticia: la póstuma gloria, derivada de ese bautismo casual, para él y para su
linaje.
Américo Vespucio
Amerigo Vespucci era un florentino que había llegado a España como empleado de
comercio poco antes de la primera salida de Colón. La casa bancaria de los Médicis lo
envió a Castilla para una misión mercantil por cuenta de un tal Beraldi, y el italiano se
acomodó en las cercanías de la corte estableciendo contactos y proyectando negocios con algunos destacados señores. Cuando el 15 de marzo de 1493 regresó
Cristóbal Colón
de
su primera singladura y habló de las inmensas riquezas encontradas, las casas comerciales
de Génova y Venecia empezaron a especular con la posibilidad de abrir nuevas rutas para el
transporte de las especias, producto codiciadísimo en aquella época. También los Médicis trataron de informarse con vistas a orientar sus futuros negocios, y posiblemente las
primeras noticias de la hazaña de Colón llegaron a ellos a través de las cartas, más o menos
precisas, de Vespucio.
La repentina muerte de Beraldi, sin embargo, dejó a Américo sin patrón y sin medios de
vida. Así nació su propósito de emprender él mismo viaje a las Indias, lo que hizo en 1497
y luego en mayo de 1499. En esta segunda expedición, dirigida por
Alonso de Ojeda, siguió
la ruta del tercer viaje de Colón: el 4 de mayo de 1499, las naves zarparon del Puerto de
Santa María y, tras veinticinco días de navegación, llegaron a la desembocadura del
Orinoco, ya descubierta por Colón, e iniciaron el recorrido de la costa en dirección norte.
Las características geográficas de la costa baja e inundable, así como los accidentes previos a la entrada al lago Maracaibo, recordaron Venecia a Américo Vespucio y, por ello, llamó a
aquellas tierras Venezuela o pequeña Venecia. La expedición de Ojeda prosiguió su
exploración hasta alcanzar el cabo de Vela, en la actual Colombia, y los cartógrafos fijaron
por primera vez parte del contorno de las tierras descubiertas.
A su regreso, Vespucio continuó con su labor informativa para los Médicis y, según parece, se dispuso a emprender nuevos viajes. Aunque la autenticidad de sus posteriores
expediciones ha sido puesta en duda por numerosos historiadores, el mismo Vespucio da
cuenta en sus cartas de dos más. En el tercer viaje, al servicio del rey de Portugal, asegura
haber costeado Brasil y regresado a Lisboa en julio de 1502; y en el cuarto, también por cuenta portuguesa, debió de recorrer de nuevo las costas brasileñas a finales de 1503,
confirmando sus sospechas de que aquel continente no era Asia. Lo cierto es que en 1504
se publicó en Augsburgo el opúsculo
Mundus Novus
(Nuevo Mundo), donde se reproducía
una carta de Vespucio a Lorenzo de Médicis en la que narraba sus viajes, y al año siguiente
se imprimía su segunda obra,
Lettera di Amerigo Vespucci delle isole nuovamente ritrovate in quattro suoi viaggi
, en la que expresaba su convencimiento de que entre Europa y Asia
existían nuevas tierras.
Tan extraordinarias revelaciones fascinaron al cosmógrafo alemán Martin Waldseemüller,
quien decidió editar en 1507 las cartas de Vespucio junto a su
Cosmographiae Introductio
.
En este trabajo incluía los retratos de
Ptolomeo...
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