AMANECER

El ser que siempre decide lo que es…


Dentro de nosotros hay algo que no
tiene nombre, esa cosa es lo que somos.

José Saramago

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo, y más la piedra dura, porque ésa ya no siente, pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, ni mayor pesadumbre que la vida consciente. Ser, y no saber nada, y ser sinrumbo cierto, y el temor de haber sido y un futuro terror... Y el espanto seguro de estar mañana muerto, y sufrir por la vida y por la sombra y por lo que no conocemos y apenas sospechamos, y la carne que tienta con sus frescos racimos, y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos, ¡y no saber adónde vamos, ni de dónde venimos...! *



Nada es la muerte para nosotros, puesto que
cuando nosotrosestamos, la muerte no está;
y cuando ella llega, no estamos nosotros.

Epícuro.

Quizás no existe tema o cuestión de mayor complejidad que la referida al sentido de la vida humana; y más allá de interrogarnos sobre el origen de lo humano o el supuesto de un destino sobrenatural, lo que representa el punto medular indiscutible en torno al vivir humano es,precisamente, contar con una vida poseedora de significado existencial, en la cual se conjuguen la necesidad de bienestar y el deseo de trascendencia. Pero prioritario resulta darnos cuenta de que en la conciencia de la muerte radica tal aspiración, misma que resulta ser lo genuinamente humano: saber por qué y para qué vivimos. Y, curiosamente la adolescencia es la edad en la cual comenzamos asorprendernos e interrogarnos por las situaciones y aspectos propiamente de nuestro vivir personal e individual, ligado a la interacción que mantenemos con familiares, amigos y conocidos, destacando primordialmente que en esta etapa del desarrollo se adquiere la capacidad de abstracción mental o intelectual (pensamiento formal), en la que inmediatamente aparece la certeza de morir, como un animalsalvaje que acecha a su presa permanentemente sin consumar el ataque, pero que así mismo resulta ineludible. El filósofo español Fernando Savater afirma que al momento de darse cuenta de que iba a morir comenzó realmente a pensar; relata él que, siendo adolescente, un día por la noche dentro de la oscuridad de su habitación se sentó en su cama y se dio cuenta por primera vez que él también iba a morir,reconociendo que: ¡«era lo que me tocaba, lo que irremediablemente me correspondía!, ¡no había escapatoria!»9 «Qué cosa tan rara y terrible, tan peligrosa, tan incomprensible, pero sobre todo qué cosa tan irremediablemente personal.»9 A este respecto, si tomamos la máxima cartesiana de pienso, luego existo (cogito, ergo sum), podemos aceptar que la existencia propiamente humana inicia en realidadcuando nos convertimos en seres conscientes, con capacidad de reflexión sobre nosotros mismos y sobre lo que nos rodea; es así que Octavio Paz decía que «desde que el hombre comenzó a pensar, es decir, desde que comenzó a ser hombre un silencioso testigo lo mira pensar, gozar, sufrir y, en una palabra, vivir: su conciencia.»8 Inmediatamente después de que como seres humanos somos conscientes deestar vivos, aparece entonces la otra certeza que es inherente a la anterior, la de constatar que en algún momento, tarde que temprano, vamos a morir; pero cierto es también, que «esta incertidumbre personal de la muerte nos humaniza, es decir nos convierte en verdaderos humanos en ”mortales”»9. Por tanto, la muerte «sirve para hacernos pensar, pero no sobre la muerte sino sobre la vida.»9 Elconstatar que vamos a morir nos debe llevar, en el caso más correcto y sano para nuestro vivir personal, a querer «alcanzar la plenitud de la vida en la brevedad del tiempo.» 9 Y, por el contrario, debemos temer, en sumo grado, encontrarnos ante la imperiosa necesidad de responder al crudo cuestionamiento de Freud: «¿de qué nos sirve, por fin, una larga vida, si es tan miserable, tan pobre en alegrías...