En el jardín del patio trasero de la mansión de mis suegros descansaba como era de costumbre, echado en la verde grama que alfombraba los terrenos baldíos de la inmensa bienhechuría, contemplaba laarmonía y la libertad del viento, ignorando el ruido y solo dejaba entrar a mi mente el sonido del agua que fluía en la fuente que adornaba el lugar, miraba el azul del cielo y delineaba las nubes conun suave ritmo que seguían mis pupilas. Mi mente se despeja quedando en blanco por no más de nueve segundos, te pienso y recuerdo todos esos momentos en que solo estábamos tu y yo pero en ese momentorecuerdo uno en particular. Cuando despierto estoy aquí otra vez… frente a la puerta de madera color caoba identificada con el numero 317 en uno de los hoteles de esta hermosa ciudad, yo con un trajeestilo D&G negro, camisa blanca y corbata roja, giraba el aro de oro que llevo en el índice desde el 25 de julio del 2006; respiro fuerte y en el mismo instante tocando con un toc toc (ya clave)respondes a mi llamado abriendo lentamente la puerta y con un largo y excitante -te esperaba-. Con pies descalzos, el pantalón a medio destapar donde se notaba tu ropa interior color blanca, sin nada quete cubriera arriba y tu piel un ya poco erizada por el frio del aire, me miras fijamente a los ojos acercándote lentamente y besándome entre pausas, repitiendo entre los fragmentos de tiempo -teextrañe! Te extrañe! Te extrañe!-, deslizando tu mano por mi costado derecho comenzando desde mi cintura hasta el musculo de mi pierna, con una sincronización que en el mismo instante entre en calor,apoyando tu nuca en la palma de mi mano y acelerando el ritmo de los besos; entre pasos descoordinados entramos a la habitación pobre de luz.
Dejamos caer los trapos de una manera apresuradacomo si fuera la última vez y sin contar que teníamos toda una noche o las noches que quisiéramos, bajamos las persianas, y fui besando delicadamente, poco a poco cada poro, cada célula de tu blanca...
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