Ambalema

Crónica de práctica:

GABRIEL Y EL MUSEO DE AMBALEMA

La historia de Colombia aún no se ha escrito en su totalidad, no ha reflejado el espíritu de nuestra idiosincrasia y nuestras pasiones, es una historia muchas veces sesgada y otras tantas mentirosa. No hay un colombiano al que se le haya enseñado en la primera etapa de escolaridad la historia de su municipio, con todos sus valores, épocascríticas, y los dolorosos y gozosos de la pasión popular.

Hago esta afirmación porque en el caso de Ambalema, las historias de Colombia extensas y farragosas que se han escrito desde Bogotá olvidaron que Ambalema inició el desarrollo empresarial precapitalista, en la época borbónica, le dio conciencia exportadora al país en el inicio de la República. Inició así mismo la ampliación de lafrontera agrícola y por ende la agricultura extensiva… pero caminar hoy en día entre sus calles es encontrarse frente a frente con el olvido, la desgracia de la embriaguez y lo que ahora no son más que recuerdos de una era tabacalera y productiva.

Sus casas coloniales están en pie de no ser por aquellas famosas columnas en madera que soportan el peso de las agrietadas paredes de bareque y guadua, deentrada no es el pueblo más llamativo y encantador; la decoración uniforme en tonos militares crea un escenario dormido en la historia, estancado entre la memoria de la bonanza y la esperanza de sus habitantes al quererla ver florecer de nuevo.

El parque central, sitio de encuentro entre turistas y aledaños, tiene una forma octagonal y en toda la mitad se halla reposando el busto de Bolívarjustamente desde el se desprenden un hilar de caminos que dividen la plaza en áreas, adornado con las bancas donde se sientan los ambulémonos y demás a disfrutar de un helado mientras se observa una arquitectura republicana del siglo XVII en contraste con su Iglesia moderna que alberga a los feligreses que con devoción, suben los siete escalones que la anteponen y piden milagros a Santa Lucia,protectora de la vista y patrona de Ambalema. También se percibe la calidez de la gente que se mezcla con el suave balanceo de las hojas de mango, la brisa del rio y los olores a fruta fresca.

Restaurantes, panaderías, hoteles, tiendas y las concurridas cantinas que abastecieron de alcohol las venas de sus antepasados y astearon con la ruina un prospero porvenir; resaltan a la vista al recorrer estatierra caliente. Y es precisamente por estas calles que son más transitadas por los perros viejos, sin hogar y sin pena que en manada se olfatean el trasero y se rascan las huevas, que por mandatarios con buena fe, donde mi sediento gaznate me lleva al sorprendente encuentro con el protagonista de esta historia.

“tienda cultural” dice un anuncio rectangular y largo de color rojo, sostenido porel techo de una casa esquinera, al entrar, una señora con cara de buena gente, alta, robusta, con piel canela y sonrisa encantadora sale a mi encuentro; una bolsa con agua es lo que le pido pero al parecer no lo único que obtengo de ella; y trato de entablar una charla amena a partir de los hechos más sobresalientes de la historia del municipio, y Sandra como asegura llamarse dice no conocerla muybien así que me da un par de señales de cómo llegar a la casa donde vive, y que muy seguramente estará allí su esposo quien entrelazado con la cultura de este pueblo me dará la información que necesito.

Bajo dos cuadras y volteo a mano izquierda, y cruzando un puentecito hecho en ladrillos color naranja, allí esta, justo donde termina el pasadero que se funde con el predio de la casa. Doy tresgolpecitos a su puerta de madera y sale bajo su marco un hombre flaco, trigueño, entrado en canas, alto, sosteniendo entre sus manos un delgado librito y unas gafas bifocales que deja caer sobre una mesa de madera pequeña ubicada en medio de la sala y a la cual me invita seguir. “Gabriel Lozano es mi nombre” dice, mientras toma asiento y se acomoda la pantaloneta azul oscura que lleva puesta....