AMEAS
Loshermanos Arango que eran ganaderos y dueños de los mejores campos de trigo, no pudieron librarse del trágico sino que les esperaba.
Don Juan, moreno, alto y fornido, no pudo resistir al tifus y,después de doce días de fiebre, murió a los treintaidós años, perdiéndose con él la esperanza del pueblo, ya que había prometido comprar un motor para instalar un molino eléctrico y dar luz al pueblo,hacer de la capital del distrito una villa moderna, mucho mejor que la capital de la provincia.
Todos lo lloraron en la puerta del panteón. Cuando iban a bajar el cajón a la sepultura, donEloy, su hermano, le prometió que en un mes estarían juntos. El destino adelantó la fecha y antes de los quince días moría don Eloy.
Muchos niños de la escuela, decenas de indios, señores y otraspersonas importantes, caían diariamente víctimas de la insaciable epidemia, a pesar que algunas beatas viejas, acompañadas de sus sirvientes, iban a implorar en el atrio de la iglesia.
Una mañana,don Jáuregui, el sacristán y cantos, entró a la plaza tirando de la brida al caballo tordillo del finado don Juan.
Don Jáuregui hizo dar vueltas al tordillo en el centro de la plaza, y luego dedarle de latigazos y hacerlo parar en las patas traseras, gritó con su voz delgada, tan conocida en el pueblo que el tifus estaba montado en ese caballo y que había que cantarle una despedida.
Elcaballo corría espantado por la indiada, y cuando llegaron al borde del precipicio de Santa Búgida, junto al trono de la Virgen, don Jáuregui cantó en latín una especie de responso junto al “trono”de la Virgen, luego se empinó y bajó el tapa ojos de la frente del tordillo, para cegarlo.
Le dio un latigazo y el tordillo saltó al precipicio; su cuerpo choco y rebotó muchas veces en dos...
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