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Karol Wojtila es una de las figuras del mundo con temporáneo, un líder en ciertomodo legendario, de los que ya no hay. Wojtila ha renovado las venas y hecho correr la sangre por el gastado cuerpo de la Iglesia de Roma. La sangre de esa renovación ha sido, paradójicamente, la de latradición y la ortodoxia.
La paradoja genial del papado de Wojtila es que haya podido reabrir las puertas del futuro para la Iglesia Católica, mirando hacia atrás, volviendo a llenarla de su propiahistoria, de sus viejos dogmas, de sus históricas inflexibilidades.
Ha sido un largo pontificado comprometido desde el inicio en la batalla personal del papa polaco: liberar a la iglesia de laopresión comunista, ponerla en el mundo como una opción espiritual distinta del capitalismo y la modernidad, retomar la ortodoxia, cancelar toda inquietud reformista dentro de la Iglesia y recuperar a losfieles que la Iglesia de Roma perdía en algunas partes del mundo, particularmente en América Latina.
Las ideas ortodoxas y conservadoras de Juan Pablo II están a la vista en multitud de temas: lacreencia en el demonio de carne y hueso, su condena irrestricta al divorcio, al control natal y al aborto; la defensa del celibato entre los curas y el rechazo a discutir siquiera la posibilidad de que seordenen mujeres sacerdotes.
Desde los primeros años de su pontificado, Juan Pablo II trabajó para revitalizar el trabajo social de la Iglesia apartándolo ostensiblemente de la connotación políticade izquierda que caracteriza a la teología de la liberación. Si a fines de los setenta y principios de los ochenta esa vertiente era muy poderosa y amenazante, con el paso de los años Juan Pablo IIfue imponiendo su lógica y desmanteló a esos sectores hasta prácticamente acabarlos. Karol Wojtila ha sido el Papa global por excelencia. En los veinticinco años de su pontificado ha ejercido, con...
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