Amir
La simplicidad de la anécdota y el rigor con el que Majidi se atiene a ella le aportan a Niños del cielo un sesgo universal: una familiade clase baja podría ser presa de un conflicto como éste en cualquier tiempo y país. La emoción descansa casi por entero en la potente naturalidad de los chicos. Amir (Amir Farrock Hashemian, el de lafoto) tiene un rostro singular. Pasa de la risa al llanto con rara –no por eso menos creíble– facilidad: frunce barbilla y entrecejo, empieza a pucherear y obliga a una suerte de solidaridad emocionalinmediata, como si contagiara a la platea. Zahra (Bahare Sediqi) es dueña de una empatía semejante. Y si la historia está dramáticamente narrada desde el punto de vista de los niños, el tratamientoformal no se queda atrás. Ahí están todos esos planos detalle de las zapatillas ajenas, que presentizan la desazón de los descalzos recuperando otro rasgo universal: el fetichismo en torno de lo que setiene y lo que no se tiene –lo tienen otros–, siempre nacido a corta edad y, tantas veces, para quedarse. Aquí nadie roba nada. Por lo demás, no es aventurado recordar esa famosa oda edificada, enbuena parte, sobre un fetichismo similar: Ladrones de bicicletas (Vittorio De Sica, 1949).
Hay complementos necesarios y otros redundantes. La sutil melancolía de la música, nunca por delante,...
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