ammmmmmmmmmmmmm

Manuel se llamaba el viejo. Era un hombre robusto que ya no tenía cuarenta años. El paso del tiempo había trabajado su cuerpo. Huraño en sus modales, era un tipo tranquilo y muy extraño. Sus ojos escondían algo de misterioso, como los de un búho. Por momentos, cuando lo asaltaba un enojo, parecía de lo más verborrágico. Sus gesticulaciones eran excesivas, de modo que al hablar sus manos debatíancomo espadas, con la misma enérgica desesperación y balanceo de brazos que los de alguien que se está ahogando. Pero en general, era más bien lacónico, huraño y casi no articulaba palabra. Sus respuestas eran pedazos de frases o monosílabos que escapaban de su boca sólo cuando era necesario responder. Su personalidad alternaba entre estos dos modos de carácter. Pero, en general, era mentado porel pueblo como un hombre bueno y pacífico. Sólo apasionado y quejoso en ocasiones (como cualquier hijo de vecino, cuando lo sacan de quicio).
El problema era que al viejo últimamente no le costaba mucho perder los cabales, y se la pasaba de rabieta en rabieta. De tal suerte, que en los últimos tiempos, parecía un tipo demasiado enérgico, casi excedido en sus modales y sus formas. Sumado a esto,al viejo lo carcomía una idea obsesiva: no soportaba saber que iba a morir.
Siempre decía que “luchaba de cara al hueco”. Queriendo decir que no ignoraba que la tumba lo esperaba, pero vendería caro su descanso final.
Para él (y era un convencido de esta teoría) la muerte se enamoraba de quien la sedujera con su quejosa veteranía. Por eso, no se dejaría engañar con fruslerías de segundo orden,como por ejemplo: pedir la jubilación que tanto le recomendaban con insistencia, pero con justa razón su esposa y sus hijos, o tomarse un año sabático, o prolongar sus vacaciones un poco más de lo acostumbrado; o que sé yo, cosas así que le dieran al pobre hombre el descanso que se merecía.
De tanto en tanto, su esposa le decía: - Manuel, cuando vas a dejar ese empleo de morondanga que te sacatantas canas verdes… Vamos Manuel ya es hora de que pienses en retirarte… A lo que el viejo, mientras hacía alguna cosa como para mostrar aire de indiferencia, le contestaba: - no jodas. Y luego menos lacónico, agregaba: -Vieja no te preocupes… ya voy a tener tiempo para eso cuando sea alimento para gusanos… porque mejor no te dejás de joder y me planchas esta camisa que ya me tengo que ir…además sabes que no puedo... y se lo decía poniendo todo el énfasis en el revoleteo de sus manos que iban y venían como truchas recién sacadas del agua.
Y de algún modo el viejo tenía razón, porque si bien era un trabajo de morondanga, él era a su juicio el único capaz de llevarlo a cabo, quizás menos por idoneidad que por descarte, ya que nadie quería ser sereno del cementerio de San Patricio.
Elviejo hacía años que consumía su tiempo laburando como sereno. Antes había sido albañil, le había ido muy bien en ese laburo, hasta la casa del alcalde había sido construida por él, en el pueblo sus servicios eran de lo más requerido, la gente no dudaba en llamar al viejo cuando querían agrandar la casa, hacer el puente de la cochera, construir el horno de barro para el pan, etc... En fin todoaquello que entraba dentro del duro oficio de albañil, el viejo lo hacía como los dioses.
De suerte que le iba muy bien, estaba orgulloso de sí mismo y vivía dignamente como cualquier cristiano que lleva el pan a su casa con el esfuerzo de todos los días. Pero su cuerpo le había pasado factura y ahora estaba tan viejo que ese oficio no podría hacerlo más. Así fue que Manuel, tuvo que colgar la palay la cuchara (ya por recomendación del doctor, ya por la exigencia prepotente de su familia) para siempre.
Lo cierto es que el viejo estaba imposible, era más duro de entendederas que un adoquín, nadie consiguió sacarlo de sus ideas, y dijo que iba a conseguir otro laburo donde no tuviese que usar la fuerza ni rabiar con nadie, tenía por seguro que no le quedaba mucho hilo en el carretel y...