Amor Y Responsabilidad Cap

AMOR Y RESPONSABILIDAD
KAROL WOJTYLA


CAPÍTULO 3: LA PERSONA Y LA CASTIDAD


I. Rehabilitación de la Castidad.

La castidad y el resentimiento.

Wojtyla comienza por notar que hay un resentimiento hostil hacia el simple hecho de hablar de castidad. Esto resulta tanto de un sentido distorsionado de valores, como de la pereza humana, pues el resentimiento está ligado al pecado capital de lapereza, pues “no solo deforma la imagen del bien, sino que, para que la persona no se sienta obligada a elevarse penosamente hasta el verdadero bien y pueda ‘con toda seguridad’ reconocer como bien lo que le conviene y aquello que es más adecuado para ella, desacredita los valores que merecen estima. El resentimiento forma parte de la mentalidad subjetiva en que el placer reemplaza el verdadero valor”(p. 176).

Al estar inmersa la castidad en este ambiente hostil, es necesario liberarse del resentimiento y de los obstáculos que pone para la recta comprensión de la castidad. Para eso, “conviene eliminar todo ese peso de subjetividad que grava sobre nuestras opiniones acerca del amor y de la felicidad que este puede aportar al hombre y a la mujer” (p. 177).

Wojtyla entonces recapitula lodicho anteriormente acerca de la necesidad de distinguir el aspecto objetivo del amor de su aspecto subjetivo. Recuerda que el deseo de la felicidad verdadera para la otra persona, el sacrificio en aras de su bien, implican una actitud y decisión de entrega total de uno mismo. Sin embargo, “nunca será así si en el amor entre el hombre y la mujer predomina la concupiscencia nacida de las relacionessensuales, por más que estén basadas en un afecto interno. Es este el que confiere al amor su ‘sabor’, pero no siempre le da su esencia objetiva, estrechamente ligada a la afirmación recíproca del valor de las personas. La mera riqueza de los sentimientos no permite apreciar el valor de las relaciones entre las personas. La exuberancia afectiva debida a la sensualidad puede disimular la falta deverdadero amor, incluso puede manifestar el egoísmo. De hecho, no puede asimilarse el amor al erotismo. El amor se desarrolla gracias a la profundidad de la actitud plenamente responsable de una persona respecto de otra, mientras que la vida erótica no es más que una reacción de la sensualidad y la afectividad. Su floración demasiado rica puede ocultar un subdesarrollo del amor” (p. 178).

Vista deesta manera la castidad, lejos de ser algo hostil hacia el amor, nos hace capaces de amar correctamente al liberarnos de todo aquello que mancha el amor.

La estructura del pecado.

“Hemos constatado que la sensibilidad y la afectividad dan materia al amor, o, dicho de otra manera, que crean en la interioridad de la persona, y entre las personas, hechos y situaciones favorables para el amor,pero que no son amor. Llegan a serlo gracias a la integración, porque se encuentran elevados al nivel de las personas cuyo valor es recíprocamente afirmado. Sin ello, estos hechos psicológicos nacidos de la sensualidad (o en la afectividad) podrían fácilmente hacerse materia de pecado” (p. 194).

Ahora, dicho esto, la pregunta que brota es: ¿Qué tan ligada está la concupiscencia al pecado? ¿Es laconcupiscencia equiparable propiamente al pecado?

“La concupiscencia del cuerpo no está ligada solamente a una posibilidad natural de orientación hacia los valores que los sentidos indican en el terreno sexual. Se trata de una inclinación permanente a considerar a la persona de sexo opuesto, en razón de los valores del sexo, únicamente como un objeto de posible gozo” (Ibid.). Sin embargo, “desde elpunto de vista de la estructura del pecado, la sensualidad y el deseo carnal, solos, no lo son. La teología católica no ve en la concupiscencia del cuerpo más que [un germen] del pecado. Es difícil no admitir que una disposición permanente para desear el cuerpo de la persona de sexo opuesto como objeto de gozo sea un germen de pecado, siendo así que nuestra actitud respecto de la persona debería...