amor
Lo que rebasa y con mucho el mero asunto de la fórmula de gobierno es que la nueva democracia vive en un contexto que la vuelve difícil. Difícil no solamente como forma de gobierno, sino difícil porque se encuentra sujeta a muy diversas tensiones a las que debe ofrecer respuesta. Como ya apuntaba el PNUD, la reproducción de la democracia no resulta sencilla en medio demillones de pobres (53.3 millones según las últimas cifras de CONEVAL) y de una añeja y persistente desigualdad económico-social. Los rasgos más sobresalientes y resistentes de nuestra convivencia (por llamarla de algún modo).
La pobreza significa que millones de personas nominalmente portadoras de derechos no pueden ejercerlos realmente. Si la democracia supone que la base de la misma son losciudadanos, hoy sabemos que para ser tales se requiere algo más que su proclamación constitucional y legal, y que un mínimo de satisfactores materiales y culturales son necesarios.
Así, la pobreza excluye de los “beneficios del desarrollo” y segmenta a la sociedad. Construye un mundo de “no ciudadanos” o de ciudadanos que solo pueden ejercer algunos de sus derechos pero que no están en condiciones deapropiarse de la totalidad de ellos. Guillermo O`Donnell documentó en su momento la enorme paradoja de personas que podían ejercer su derecho al voto, pero no eran tratados de manera igual frente al ministerio público para no hablar de su exclusión de los derechos sociales. Es decir, tenemos ciudadanos con diferentes “grados de intensidad”. Unos se apropian de la totalidad de los derechos –lo quedebe ser bienvenido–, pero otros quedan fuera de ese círculo protector y virtuoso.
Pero la pobreza es aún más agraviante porque se reproduce en medio de marcadas desigualdades sociales. Somos una sociedad en la que no es poca la riqueza acumulada. Ello construye un espacio social polarizado, sobrecargado de diferencias, escindido en sus usos y costumbres. Y, como dice la CEPAL, incapaz de generarla necesaria cohesión social (ese sentimiento de pertenencia a un todo que nos incluye y del cual nos sentimos parte). Ese archipiélago de clases, grupos, tribus, pandillas al que por economía de lenguaje llamamos México, genera tensiones y desconfianzas mutuas y “patologías sociales” de todo tipo.
Discriminación
La discriminación quizá ilustre de manera inmejorable esa realidad. A pesar de quenormativamente la misma está prohibida, las pesquisas y encuestas del CONAPRED, o la simple observación, nos dicen que subsiste y de manera extendida. Mujeres, indígenas, homosexuales, discapacitados, miembros de religiones minoritarias, son persistentemente mal tratados y maltratados. Se les trata con desprecio y son excluidos. Es un resorte bien aceitado que construye un “nosotros” segregador yagresivo que hace miserable la vida de los “otros”.
Esas pulsiones discriminatorias tienen un caldero de cultivo en la abismal desigualdad social que escinde y polariza. De tal suerte que –creo– el fortalecimiento de la democracia pasa por políticas que tiendan a construir cohesión social abatiendo sensiblemente las desigualdades. Y eso que se escribe fácil ha resultado ser el rostro máspersistente y difícil ya no de erradicar sino siquiera de atemperar a lo largo de nuestra historia.
Recordemos además la promesa de igualdad que porta la democracia. Un sistema construido bajo la premisa de que todos los ciudadanos mayores de edad tienen los mismos derechos.
El voto pasivo y activo son quizá dos muestras elocuentes del engranaje que pone en acto al sistema democrático. Independientementede su grado de escolaridad, fortuna, patrimonio, estatus social, todos los individuos a partir de cierta edad tienen el derecho de votar para elegir a sus gobernantes y legisladores. De la misma manera, todos –por lo menos teóricamente– pueden ser electos para los cargos representativos. Todos son iguales en esos planos y nadie pesa más que otro.
En cada ocasión en que se llama a votar y se...
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