amor
Al acudir a mis notas del año 1895, encontré que fue un sábado, 23 de abril, cuando oímos hablar, por primera vez, de la señorita Violet Smith. Su visita fue, según recuerdo, bastante mal acogida por Holmes, queestaba, en aquel momento, sumergido en un problema muy oscuro y complicado, relacionado con la extraña persecución a que John Vincent Hardent, el bien conocido rey del tabaco, había sido sometido. Mi amigo, que gustaba de concentrarse profundamente en sus asuntos, se quejaba de cualquier cosa que distrajera su atención del caso que tenía entre manos. Sin embargo, era imposible no querer escucharla historia de la hermosa joven, esbelta y distinguida, que se presentó en Baker Street a una hora avanzada de la tarde y pidió ayuda y consejo. Era inútil explicarle que Holmes tenía todo su tiempo ocupado, porque la. joven había venido con la determinación de contar su historia y, era evidente, que no se iría sin hacerlo. Con aire cansado y una sonrisa de reslgnación, Holmes rogó a la bellaintrusa que se sentara y nos informara de cuál era su problema.
-Desde luego, su problema no debe de ser la salud -dijo, mientras sus penetrantes ojos se fijaban en ella-. Una ciclista tan lozana como usted debe de estar llena de energía.
Ella miró con sorpresa sus pies y observó la ligera aspereza de un lado de la suela, causada por el roce con el borde del pedal.
-Si, monto bastante enbicicleta, y eso tiene que ver con mi visita a usted.
Mi amigo tomó la mano desnuda de la dama y la examinó con el detenimiento que pondría un científico al estudiar un espécime raro.
- Perdone mi atrevimiento, pero se trata de un interés profesional -dijo, mientras la soltaba-. Casi caigo en el error de creer que es usted mecanógrafa. Observe, Watson, el dedo meñique un poco espatulado, que escomún a ambas profesiones. Sin embargo, hay un aire de espiritualidad en su rostro -y lo volvió suavemente hacia la luz-, que me dice que su profesión es la de músico.
-Si, señor Holmes, soy profesora de música.
-Supongo que en el campo. Lo digo por su aspecto.
-Si, cerca de Farham, en los limites de Surrey.
- Un hermoso lugar lleno de recuerdos interesantes. ¿Se acuerda, Watson, de quefue cerca de allí donde cogimos a Archie Stanford, el falsificador? Ahora, señorita Smith, ¿qué le ha ocurrido a usted cerca de Farham, en los confines de Surrey?
La joven expuso, con gran claridad, el siguiente y curioso relato.
-Mi padre murió, señor Holmes. Era director de la orquesta del antiguo Teatro Imperial. Mi madre y yo nos quedamos sm ningún pariente, excepción hecha de un tio,...
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