anècdota de una consagraciòn

¡Te proclamamos Madre, te reconocemos Virgen y te coronamos Reina!

Son las 7:00 de la mañana de un domingo, he dormido poco por la emoción, los nervios, el trabajo realizado un día antes, lospreparativos de semanas de trabajo, no me impiden ponerme el traje, no hay tiempo para comer; salgo de mi casa, paso a que me lustren los zapatos, los minutos pasan muy rápido, no me quiero perderningún detalle, hoy es un día de fiesta ¡Es el día grande!
Voy presuroso, quiero estar desde antes de la misa, llego a la esquina de la 4ª. ave. y 3ª calle cerca de donde me dejó el bus, veo loscampanarios de la Iglesia de la Recolección; mi corazón se llena de emoción, de esa que solo la comparo a la emoción de aquellos viajes familiares a visitar al Señor de Esquipulas y después de viajar 5 horasque de niño uno piensa que son eternas aparecía en el horizonte el hermoso templo en la inmensidad del valle; así me siento de emocionado, el camino de preparativos está por concluir, ya no importacuánto tiempo haya sido o cuantos esfuerzos de muchas personas ¡Ya estoy allí!

Camino, ya hay más personas que como yo, vamos a la Reco, ya va a comenzar la misa, cruzo el umbral de la puertaprincipal mi mirada va dirigida a la capilla de las Ánimas y allí está la imagen de la Virgen de Soledad, María Santísima, Reina de la Humanidad, de mi vida; traje luctuoso nuevo, sin corona, tocasencilla enmarca su rostro, me inclino agradecido, contemplo su triste dulzura. – “Hay que encender velas” - me dice un gran amigo que ha estado en la coordinación de todo y no podemos dejar que losdetalles se escapen, junto con un grupo de señoritas de la hermandad terminamos de encenderlas, ¡Justo a tiempo! Procedemos a ocupar nuestros lugares, la misa va a comenzar.

Es segundo domingo decuaresma día de su velación anual, pero hoy en particular inicia con una procesión, al compás del tun y el tzijolaj, comienza el llanto, es inevitable, junto con el vaivén del anda que viene de la...