Ana Karenina Tolstoi Le N
fascinador por la intensidad de su vida.
Tolstoi, buen psicólogo y conocedor del mundo que le rodea, abre la intimidad de Ana y traza
con pulso firme la trama de esta novela, una obra imperecedera por su hondura, su fuerza y su
veracidad.
En la novela, Tolstoi utiliza los mismos métodos creativos realistasque en sus primeras obras,
pero presenta una unidad artística mucho más sólida, y la exuberancia deja paso al pesimismo.
El autor se reafirma en sus creencias y en su idea crítica respecto a la vida urbana, ahogada
por la superficialidad.
León Tolstói
Ana Karenina
ePUB v1.0
Horus01 31.10.11
Título original: Anna Karénina
Fecha de publicación: 1877
Imagen de Portada por JosefinaCS
PRIMERAPARTE
I
Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para
sentirse desgraciada.
En casa de los Oblonsky andaba todo trastrocado. La esposa acababa de enterarse de que su marido
mantenía relaciones con la institutriz francesa y se había apresurado a declararle que no podía seguir
viviendo con él.
Semejante situación duraba ya tres días y eratan dolorosa para los esposos como para los demás
miembros de la familia. Todos, incluso los criados, sentían la íntima impresión de que aquella vida en
común no tenía ya sentido y que, incluso en una posada, se encuentran más unidos los huéspedes de lo que
ahora se sentían ellos entre sí.
La mujer no salía de sus habitaciones; el marido no comía en casa desde hacía tres días; los niños
corríanlibremente de un lado a otro sin que nadie les molestara. La institutriz inglesa había tenido una
disputa con el ama de llaves y escribió a una amiga suya pidiéndole que le buscase otra colocación; el
cocinero se había ido dos días antes, precisamente a la hora de comer; y el cochero y la ayudante de
cocina manifestaron que no querían continuar prestando sus servicios allí y que sólo esperaban queles
saldasen sus haberes para irse.
El tercer día después de la escena tenida con su mujer, el príncipe Esteban Arkadievich Oblonsky —
Stiva, como le llamaban en sociedad—, al despertar a su hora de costumbre, es decir, a las ocho de la
mañana, se halló, no en el dormitorio conyugal, sino en su despacho, tendido sobre el diván de cuero.
Volvió su cuerpo, lleno y bien cuidado, sobre los flexiblesmuelles del diván, como si se dispusiera a
dormir de nuevo, a la vez que abrazando el almohadón apoyaba en él la mejilla.
De repente se incorporó, se sentó sobre el diván y abrió los ojos.
«¿Cómo era», pensó, recordando su sueño. «¡A ver, a ver! Alabin daba una comida en Darmstadt...
Sonaba una música americana... El caso es que Darmstadt estaba en América... ¡Eso es! Alabin daba un
banquete,servido en mesas de cristal... Y las mesas cantaban: "Il mio tesoro"..: Y si do era eso, era algo
más bonito todavía.
» Había también unos frascos, que luego resultaron ser mujeres...»
Los ojos de Esteban Arkadievich brillaron alegremente al recordar aquel sueño. Luego quedó
pensativo y sonrió.
«¡Qué bien estaba todo!» Había aún muchas otras cosas magníficas que, una vez despierto, no sabía
expresar nicon palabras ni con pensamientos.
Observó que un hilo de luz se filtraba por las rendijas de la persiana, alargó los pies, alcanzó sus
zapatillas de tafilete bordado en oro, que su mujer le regalara el año anterior con ocasión de su
cumpleaños, y, como desde hacía nueve años tenía por costumbre, extendió la mano hacia el lugar donde,
en el dormitorio conyugal, acostumbraba tener colocada la bata.Sólo entonces se acordó de cómo y por qué se encontraba en su gabinete y no en la alcoba con su
mujer; la sonrisa desapareció de su rostro y arrugó el entrecejo.
—¡Ay, ay, ay! —se lamentó, acordándose de lo que había sucedido.
Y de nuevo se presentaron a su imaginación los detalles de la escena terrible; pensó en la violenta
situación en que se encontraba y pensó, sobre todo, en su propia culpa,...
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