Anacauita

Anacahuita
Se puso de pie aún con los ojos entrecerrados, luego de haber apagado el despertador de un manotazo. Antes de golpearse con la mesita de luz, vislumbró el calendario que tenía colgado enuna de las esquinas de su habitación. Cinco de junio del años dos mil trece. Esbozó una sonrisa triste antes de apagar la luz y salir de allí.
A pesar de que sus ojos estaban fijos en la carretera,se podría decir que su mente se encontraba muy lejos del lugar. Y no sólo en distancia, también en tiempo. El tránsito era liviano por la suave lluvia invernal así que podía permitirse divagar unpoco. ¿Cómo olvidar aquella tarde nublada junto a su padre? Ese era el único recuerdo feliz que tenía junto a él. Habían plantado juntos un árbol en honor al día del medio ambiente, un cinco de juniohacía quince años... las imágenes eran vívidas y llenas de melancolía. Después de eso sólo quedaba el color blanco de los hospitales, el aroma de las medicinas y la pesadumbre de su inminente soledad.Detuvo su automóvil de forma brusca frente a un parque y se bajó con los ojos perdidos en la lejanía, sin importarle las gotas que empapaban su cuerpo. Caminó a pasos lentos pero firmes hacia un árbolimponente y se ubicó debajo, cubriéndose de la lluvia. Un suspiro de alivio y sufrimiento escapó de sus labios entonces, mientras cerraba sus ojos y dejaba que las memorias del pasado invadieran sumente.
—Mirá Emilia, ¿ves este arbolito? —ella asintió con la cabeza—. Es una anacahuita, la plantamos acá, ¿te parece?
—Sí... pero es muy pequeña —cuestionó su hija—. Se supone que debe protegerme,pero tiene mi tamaño.
Su padre la miró y dejó salir una carcajada. Su niña era pequeña también, apenas si le llegaba a la cadera y él no era un hombre muy alto. Se podría decir que esa anacahuitacrecería junto a ella con el pasar de los años, convirtiéndose en un árbol frondoso y bello. Su hija parecía decepcionada, así que pensó en algo para levantarle el ánimo.
—Cierto, es tan pequeña como...