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Análisis: Inés del alma mía
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Por: Gustavo San Román Ortega.

Mujer, palabra que para muchos predispone ya positivamente, pues nos conecta con la salud, la belleza y la vida. Hay para quien significa, incluso, pertenecer a un género tan difícil como extraordinario. La mujer en la Literatura, siempre ha estado presente desde muchos siglos atrás, en teoría era libre, perolos hechos la mostraban como poco más que una esclava, pues le estaba vedado todo lo que no tuviese que ver con el hogar, la maternidad y las labores domésticas. Se llegó a afirmar que la mujer era incapaz de manejarse a sí misma por su naturaleza peligrosa y su inteligencia inferior.

Este pensamiento estaba tan arraigado en Occidente que comenzaron a luchar, aunque parezca increíble, por el máselemental de los derechos: el aprender a leer y escribir, al que únicamente podían acceder si pertenecían a la nobleza o a la burguesía y, fundamentalmente, si contaban con la fortuna de tener por padre a un hombre en cuyo corazón hubiera una bondadosa flexibilidad de criterios. Ni hablar de la situación de las pobres y plebeyas porque para ellas todo era infinitamente peor.

Se trata pues, de dosgéneros diferentes, dos mentalidades distintas con una sola meta en común, vivir. Ser mujer ayer, ser mujer hoy; dos realidades que al final de cuentas resultan dos verdades bajo la marca del oxímoron, pues si miramos a través del caleidoscopio de la historia de la humanidad, nos percataremos de que la figura de la mujer o incluso el acercamiento a lo femenino representa de por sí un misterio, ocupaun lugar apartado del canon de la masculinidad tal vez por esa misma razón, pasando luego por la incomprensión, por la señalización y finalmente el rechazo.

La imposición de los ejes que fungen como cimientos en la construcción de la sociedad veja en muchos sentidos y por mucho tiempo a la mujer, negándole oportunidades, derechos e incluso privilegios; no sólo de la sociedad, sino también de lareligión que calaba muy hondo en los diversos ámbitos de la vida social; más no fue esto razón de peso para impedir que en distintos momentos de la historia emergieran de las sombras heroínas de carne y hueso que a la postre se erigirían en iconos de la lucha por legitimar y reivindicar las aspiraciones de las féminas.

Es así como tenemos a mujeres transgresoras como la reina Nefertiti célebrepor su gran belleza, la no menos hermosa Cleopatra, a la valiente Boadicea que osó levantar su puño contra la mismísima Roma, Ana Bolena desempeñando un rol importantísimo en la historia tan ensangrentada de los monarcas de la Gran Bretaña e incluso la tristemente célebre Juana de Arco, quien hizo en su momento, tambalear los cimientos de la institución católica por romper el canon pero que fuecondenada a la hoguera por supuesta herejía.

Del mismo modo, es pertinente que comprendamos el feminismo no como la práctica de una ideología política y contraparte del machismo para equilibrar la tan llevada y traída balanza que representa la equidad de género, pero sí como una reflexión crítica y teórica que construye conocimiento. Todo ello para que podamos entender qué abrigan ellas en su alma,qué hace que se pierda su mirada, qué o quién hace temblar su carne o hasta donde alcanzan la frontera sus pensamientos. Nada es absoluto cuando un hombre lo proclama, ni es tan falso sólo porque lo cuente una mujer.

Mientras que en otro enfoque, nos topamos con feroces guerreras con pluma, tinta y papel haciendo las veces de armadura, espada y escudo como fueron Safo de Lesbos, Hroswitha vonGandersheim, Margarita de Angulema, Sor Juana Inés de la Cruz o Cecilia Böhl de Faber y Larrea, más conocida por el seudónimo de Fernán Caballero. Fue pues, que todas ellas plasmaron una huella indeleble y sentaron al mismo tiempo las bases para que, siglos después, otras mujeres revivieran y continuaran su legado hasta encontrarnos con Simone de Beauvoir, Selma Lagerof, Gabriela Mistral y Wislawa...