Anexo 3 Matilde Analisis

ANEXO III Texto 1 “Era Matilde una muchacha rubia, de veinte años, de estatura mediana y de elegante aspecto. Sin ser bonita tenía el raro don de agradar con su presencia a todo el mundo y solía encantar con su conversación. Sus amigas íntimas no comprendían nunca estas cosas. Decían que sus ojos no eran grandes ni rasgados, que su nariz no era perfecta, que su boca era más bien grande que chica,y aun cuando confesaban que su cabello rubio era abundante y hermoso, le encontraban en cambio, un tono rojo, elegante sí, pero no bonito. Respecto a su parte moral era orgullosa, vanidosa y presumida. Pío Baroja. Cuentos Texto 2 Sombras de tristeza La noche caía en silencio. Los negros nubarrones auguraban tormenta. A lo lejos los relámpagos se repetían. Aquel lanchón se deslizaba lentamentesobre las tranquilas aguas del río. Él suspiró y dejó de remar para limpiar las gruesas gotas de sudor que resbalaban por su rostro; el esfuerzo que hacía a su corta edad era demasiado. Dejó que poco a poco se deslizara el lanchón, sin remar. Miró a su padre, que parecía un tronco dormido. Luego comenzó a recordar: Esa tarde él y su padre salieron de su finca para llevar fruta al pueblo. Variasfueron las cajas que subió al lanchón su padre, por supuesto con su ayuda; su madre y hermanos más pequeños se quedaron en el embarcadero con sus caras surcadas por un leve rayo de esperanza, ya que de ese viaje dependía tener lo más indispensable para sobrevivir algunos días. Era la temporada dura. Navegaron por tres horas, el río les ayudaba, la corriente iba a favor. En un pequeño remolino se ladeóun poco el lanchón y una de las cajas de fruta se abrió; los olorosos frutos rodaron por la tarima. Fermín (su padre) se acercó y con sus manos juntó aquellos frutos. Acomodó la caja y de pronto, al introducir sus manos, sintió un fuerte pinchazo en la derecha. La sacó rápidamente creyendo que alguna grapa suelta sobre la madera le había causado esa herida, pero al ver los característicos puntosque deja una mamba sus ojos desorbitados voltearon hacia su hijo. --Hijo, me ha mordido una serpiente. --¿Cómo, padre? --Al meter la mano a la caja, tal vez está entre la fruta. --¡Deje ver, padre! --No hijo, espera, es muy peligrosa. Se amarró a la altura del codo con su paliacate y luego, tomando con la mano una vara de jaral, volteó de una patada la caja; vieron con horror salir lentamente,entre la fruta, una pequeña pero muy venenosa víbora; él, con rapidez, dio dos certeros varazos dejándola muerta. Luego, con coraje, la arrojó al río. Se sentó; su cuerpo se estremecía con una frialdad que lo iba invadiendo.

Dio algunas recomendaciones a su hijo para que siguiera remando hacia el pueblo más cercano. Era su única salvación llegar a tiempo al doctor, que ya era famoso por salvar avarios con un maravilloso suero. Las primeras sombras de la noche iban apareciendo en el horizonte. Poco después se le fue dificultando articular palabra. Se acomodó sobre unas redes y su hijo lo cubrió con un pequeño sarape. Fermín entró en un letargo sólo interrumpido de vez en cuando por convulsiones y leves palabras entrecortadas. De nuevo volvió a remar con todas las fuerzas de sus nueve años.A lo lejos se comenzaban a percibir los ruidos del pueblo; creía oír hasta el ladrido de los perros. La lluvia empezó a caer en relativa calma, ya que la verdadera tormenta, según se veía, estaba cayendo arriba del monte, porque la corriente traía ramas secas y olorosas de diferentes árboles.

Se acercó otra vez a su padre. Su respiración parecía muy lenta. Con el viento y los murmullos de lanoche se dificultaba ver el grado de gravedad, y el pequeño, por su inexperiencia, creyó de momento que todo iba bien. Sólo faltaba un poco más, ya se veían las pequeñas luces del poblado. Su cara se iluminó, mientras movía a su padre para que despertara. --¡Padre, ya vamos a llegar! ¡Despierte, padre! ¿No me escucha? Por respuesta vio con horror cómo la cabeza de su padre caía a un lado sobre el...