Animal

Prólogo.

Cerró muy fuerte la puerta y se marchó…
Y es que no estaba dispuesto a sostener un malestar adherido a los que yacen en las tumbas de sus pensamientos y que cuán zombi vuelven a levantarse.
Zombi no era precisamente el joven pálido, larguirucho que había conocido en el colegio. Tampoco era su rostro que aquella jornada lucía demacrado, con un ardor emocional que a ratos era tenue,en momentos se estiraba y lucía irreverente, pero siempre en las ojeras se apreciaba que no era igual.

Sintonizaba el televisor para ver los goles del mundial que extrañamente ignoró. Miró con disgusto su pantalón favorito, estaba roto, tenía un agujero en la entrepierna y había sido reparado por la hermana costurera de la arrendataria. No había quedado bien.
Se recordó aquel día en que regalósu chaqueta de cuero, la misma que abrigaba sus noches de neblina, y a veces lluvias, de todas formas climas muy adversos. Le otorgaba un singular aprecio, ni el lo podía explicar, era una prenda de vestir pero había estado con él en momentos en los que lloró y no fue acompañado por carne, hueso y unas córneas que consolaran su mirada nublada en la agonía.

No estaba dispuesto a ceder en suprotesta, quería vivir el mes que le restaba antes de vacaciones, en el mismo lugar donde había comenzado su tercer año de estudios superiores. Alquilaba un colchón, un viejo mueble que le servía como comedor, escritorio y vergel, pues conservaba un palo de agua cuyo estado de vida le era desconocido. Pero no se preocupaba en demasía, ya era tarde para reparar lo despilfarrado, tampoco tenía tiempopara pensar otro panorama. No tenía espacio en su cabeza para almacenar otro momento de amargura. La vieja mujer, casi senil, de ojos claros, cabello graso descuidado, con un teñido rojizo y un rostro pálido, no tranzaba, aunque a decir verdad, no era ningún misterio, su aspecto ya lo anunciaba.
Sería la segunda vez en que le veían la cara. Le restaban dos semanas, estaba a cuatro días de cancelarsu quinto mes, pero no debía hacerlo, había sellado un mes de garantía apenas se mudó al lugar. Estaba dispuesto a insistir, quería permanecer las próximas dos semanas en el lugar utilizando el pago que había entregado anticipadamente, él lo murmuraba a ratos .


Supuso que rompería el hielo con palabras soeces para sí mismo.
Su pelo negro, ojos marrones enardecidos y su vestir extravagante,formaban un horroroso plato. Demasiado contraste junto a un rostro cansado, lerdo y sin reacción lógica ante los sucesos.

Más tarde se dispuso a escuchar música que lo sostuviera. El cuadernillo con ideas permanecía aislado, tal vez esta noche no era de cautiva inspiración.

De botas el fervor.

Lo recuerdo cautivador, solista de su propia orquesta, enjuto y acobardado en la presión,sensible y suspicaz, comentaba una profesora de secundaria. La de Castellano con exactitud, aún esperando una disculpa de su parte. En primer año había arrojado al asiento del profesor un sachet de mayonesa que brotó por su cubierta con el propósito de desparramarse y ensuciar ese verde mantel delantal de la profesora.
Con un tono agudo se lo había enrostrado ya en cuarto año, éste la ignoró tal vezpor vergüenza, ese no fui yo le dijo repetidas veces. Habías pasado tres largos años, y ya había sido sancionado con la expulsión de la clase de Castellano, no estaba en condiciones de seguir juzgando una bravata inocente, la de un niño.
Hacía dos décadas se descifraba su carácter paulatino, un par de pedradas al vidrio de su casa, unas cuantas insolencias a destajo, se ceñían en la aspirantecasona vestida de Europa, tan sólo la puerta tenía mejor aspecto que la carnicería de la esquina, y que el propio carnicero. Era una casona de nueve habitaciones, cada cuál mucho más extensa que el espacio que podía ocupar el alcalde en el municipio del poblado. Había plantas de todo tipo, intentando ser un disfrazado decorado, era sumamente difícil poblar los espacios de la casona con objetos....