Ante El Dolor De Los Demas
Susan Sontag
SUSAN SONTAG
Ante el dolor de los demás
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Ante el dolor de los demás
Susan Sontag
Título: Ante el dolor de los demás Título original: Regarding The Pain of Others ©2003, Susan Sontag © Traducción: Aurelio Major © Santillana Ediciones Generales, S.L. © De esta edición: noviembre 2004, Suma de Letras, S.L.
Juan Bravo, 38. 28006 Madrid(España) www.puntodelectura.com
ISBN: 84-663-1373-7 Depósito legal: B-44.647-2004 Impreso en España - Printed in Spain Adaptación de cubierta: Éride Ilustración de cubierta: Francisco de Goya y Lucientes Lámina 36 de Los desastres de la guerra (1810-1814), aguafuerte / Index Diseño de colección: Suma de Letras Impreso por Litografía Roses, S.A.
Todos los derechos reservados. Esta publicaciónno puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial. 363 / 06
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Ante el dolor de los demás
Susan Sontag
SUSAN SONTAGAnte el dolor de los demás
Traducción de Aurelio Major
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Ante el dolor de los demás
Susan Sontag
Para David
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Susan Sontag
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Susan Sontag
... aux vaincus! BAUDELAIRE
The dirty nurse, Experience... TENNYSON
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En junio de 1938 Virginia Woolf publicó Tres guineas, sus reflexiones valientes eimportunas sobre las raíces de la guerra. Escrito durante los dos años precedentes, cuando ella y casi todos sus amigos íntimos y colegas estaban absortos en el avance de la insurrección fascista en España, el libro se encuadró como una muy tardía respuesta a la carta de un eminente abogado de Londres que le había preguntado «¿Cómo hemos de evitar la guerra en su opinión?». Woolf comienza advirtiendo conaspereza que acaso un diálogo verdadero entre ellos sea imposible. Pues si bien pertenecen a la misma clase, «la clase instruida», una amplia brecha los separa: el abogado es hombre y ella mujer. Los hombres emprenden la guerra. A los hombres (a la mayoría) les gusta la guerra, pues para ellos hay «en la lucha alguna gloria, una necesidad, una satisfacción» que las mujeres (la mayoría) no sienteni disfruta. ¿Qué sabe una mujer instruida —léase privilegiada, acomodada— de la guerra? Cuando ella rehuye su encanto ¿sus actitudes son acaso iguales? Pongamos a prueba esta «dificultad de comunicación», propone Woolf, mirando juntos imágenes de la guerra. Las imágenes son algunas de las fotografías que el asediado Gobierno español ha estado enviando dos veces por semana; anota al pie: «Escritoen el invierno de 1936 a 1937». Veamos, escribe Woolf, «si al mirar las mismas fotografías sentimos lo mismo». Y añade:
En el montón de esta mañana, hay una fotografía de lo que puede ser el cuerpo de un hombre, o de una mujer: está tan mutilado que también pudiera ser el cuerpo de un cerdo. Pero éstos son ciertamente niños muertos, y esto otro, sin duda, la sección vertical de una casa. Unabomba ha derribado un lado; todavía hay una jaula de pájaro colgando en lo que probablemente fue la sala de estar...
La manera más resuelta y escueta de transmitir la conmoción interior que producen estas fotografías consiste en señalar que no siempre es posible distinguir el tema: así de absoluta es la ruina de la carne y la piedra representadas. Y de allí Woolf se apresura a concluir: respondemosde igual modo, «por diferente que sea nuestra educación, la tradición que nos precede», señala al abogado. La prueba: tanto nosotras —y aquí «nosotros» somos las mujeres— como usted bien podríamos responder con idénticas palabras.
Usted, señor, dice que producen «horror y repulsión». También nosotras decimos horror y repulsión... La guerra, dice usted, es una abominación, una barbaridad, la...
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