Antecedentes historicos de la contabilidad
Este texto matizado de figuras estilísticas fue la última entrega de la producción intelectual de Ricardo para EL JAYA. Como artista Ricardito era dueño de una prosa literaria espontánea y luminosa en movimiento. No pudimos insertarla en el número anterior de este rotativo porque nos la trajo cuando terminábamos la edición. Pocosdías después mudó su residencia a la zona donde habitan los vivos invisibles.
• Ricardo Rojas Espejo
Sigue muriéndose como una jornada milenaria que nos ha dado su biografía para bendecir la tierra, arrancar los sudores, y brindarnos un apellido que la ciudad exhibe y sin embargo, ya es un hilo apestoso, contaminado y casi un recuerdo que se va extinguiendo con una solemnidad que va destrozándonos lasmiradas.
Es el río Jaya...
Surge como un hilillo travieso y frío de un costado arbolado, alto y majestuoso de Loma Quita Espuela, recibiendo los alientos fríos, las caricias humedecidas del rocío, y las lluvias glamorosas para lanzarse hacia abajo como una apasionante fiesta de la naturaleza.
Desciende rumoso, lamiendo piedras, y se escuchan sus latidos entre los labradores silvestres de LaColonia, Naranjo Dulce, El Catey, Naranjo Dulce Abajo, Los Cocos, La Piña, y se mete como un grito sórdido que acudiendo a un silencio que es su muerte a la ciudad.
Todavía en las estribaciones de la Cordillera Septentrional tiene estatura sinuosa, se encuentran charcas con tamaños suficientes para derrotar las huellas del verano, y la transparencia de sus aguas no anuncian que kilómetros abajo setransformarán en una grave demostración de toxicidad que no hay manera de rehabilitar.
Recorre como una serpiente pesarosa los sectores 24 de Abril, La Altagracia, Buenos Aires, Ugamba, La Ribera, Aguila, Ciruelillo, Alvarez, Santa Ana, Las Flores, y resistiendo calladamente la irresponsal ofensiva de irlo volviendo en la cloaca más grande del Nordeste.
Desaprensivos descargan sobre su triste caucetoda clase de desperdicios sólidos, desde el pesado gasoil utilizado en lavaderos hasta utensilios plásticos que resisten a las leyes de transformación y son insultos grasientos a las leyes de la biodiversidad.
Y apenas quedan los recuerdos...
Décadas atrás, el río Jaya lucía desafiante, bravío, y con su lecho lleno de una fauna que sólo es apreciable en las evocaciones: tilapias, carpias, sagos,guanábanos, jaibas y camarones; que convocaban a la muchachada que con anzuelos, pedacitos de lombrices como carnadas, y figas era posible resolver la cena, y hasta echar lejos los envolventes paréntesis del aburrimiento.
Y estaban las famosas pozas: “Las Delicias”, “Vander Horst”, “El Matadero”, “El Ahorcado”, y otros que reunían grupos de adolescentes y jóvenes que se pasaban las tardes entrezambullidas, “saltos mortales”, “panqueos”, y bajo las sombras de los fornidos javillos, repartirse el resultado de una larga faena de “maroteo”.
Nadie olvida, cuando las recuas salían con esos animales cansados con cajas de madera en sus costados cargadas de cascajo, arena, y piedras para fortalecer una industria de la construcción que iba trazando otros límites a la ciudad, y sustituyendo viejoscaserones por muestras de un modernismo que iba cambiando el viejo y romántico perfil de la ciudad.
Y esos meses del verano, cuando la infancia dejaba las aulas, y se regocijaba en sus turbias y amorosas aguas; las tardes llamaban para que desnudos, sin la pubertad pintada en los cuerpecitos; nos enterrábamos briosamente en su estatura irregular, en sus meandros, y regresábamos con las pupilasrojizas y las pieles cenizas.
¡Oh, ese Jaya de nuestros amores...!
Ahora, verlo es como si un rasguño nos hiciera estremecer el alma, y la indiferencia oficial; ante su notable proceso de desaparición; hay una fundación que no posee los recursos suficientes para concientizar a la ciudadanía, disponer una vigilancia sobre sus orillas, y una institución pública que logre reubicar a los que viven en sus...
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