ANTHOLOGY OF AMERICAN FOLK MUSIC
En contraste con la sensación de alivio completista que produce adquirir una caja recopilatoria, la antología de Harry Smith (1923-1991) es una puerta al misterio y un brillante ejercicio artístico-político de confusión e impacto. A juzgar por la lujosa presentación de la reedición en CD de 1997, con CD-Rom y las firmas deGreil Marcus, John Fahey o Elvis Costello, se diría que ésta es una recopilación más con valor puramente informativo.
Pero Harry Smith no era Alan Lomax. Antes que antropólogo, Smith (teosofista, cineasta experimental, coleccionista, amigo de Allen Ginsberg, productor de The Fugs y gorrón profesional) era un vanguardista dispuesto a dinamitar el mundo con su arte. Según sus palabras, la antologíaera "un objeto artístico" de vanguardia donde reunió las piezas de folclore estadounidense (y no de folk, según su acepción actual) más "exóticas" que encontró, en reacción contra el conservadurismo estadounidense de los años cincuenta.
Su antología recoge música tradicional norteamericana de géneros diversos: hillbilly, blues, gospel, instrumentales para bailes de salón, cajun y piezas ruralesde todo tipo grabadas a finales de los años veinte y principios de los treinta por algunos artistas profesionales de la talla de la clásica THE CARTER FAMILY, pero también por otros muchos músicos amateurs que llegaron a grabar un disco gracias a la explosión de la industria discográfica previa a la Depresión, con la introducción en el mercado de la clase baja y los sectores rurales, y los deseosdel público de reconocerse en una música tradicional que por entonces ya sonaba antediluviana.
Las voces de ultratumba de la antología, acostumbradas a cantar sin amplificación, suenan hoy extrañamente expresivas; sus banjos y curiosas técnicas guitarrísticas parecen distantes y cercanas a la vez; un pozo de inspiración de la Norteamérica oculta que no concuerda con el cuento de hadas con que seidentifica la identidad nacional y cuyo poder de evocación sigue intacto más de setenta años después de su grabación. ¿Es éste otro mundo o somos nosotros en sueños?
La selección de Smith se ha considerado democrática porque no tiene en cuenta el factor de la raza en la selección de las canciones (aunque excluye la tradición judía). Lo cierto es que la antología se basa en una red de relacionesde similitudes melódicas y temáticas, y un fondo filosófico entre la sabiduría cosmológica, la intuición y el capricho, un pozo caótico apasionante e hilarante. Comprende tres volúmenes dobles (en el año 2000 se publicó un cuarto disco que no había visto la luz en su momento), dedicados respectivamente a baladas narrativas sobre sucesos en su mayoría sangrientos, la música de acompañamiento de lasreuniones sociales (de los bailes rurales al gospel) y canciones en primera persona, en apariencia confesionales, aunque en realidad igual de distantes y enigmáticas. Éstas son canciones de zapateros que pierden su trabajo por culpa de la tecnología y desearían ser lagartos en primavera, revestidas de una dimensión histórica casi infinita: muchas de ellas son versiones actualizadasde composiciones centenarias de la vieja patria europea, recuperadas aquí no sólo para salvarlas del olvido sino, según Smith, para cambiar el mundo. Y algo de eso sucedió: la influencia de la antología, "emocionalmente demoledora, pero incomprensible en términos culturales"(Jon Pankake), llevó a jóvenes como Bob Dylan o John Fahey, pero también a Roger McGuinn yJerry García, a querer imitar a esos artistas queno podían comprender racionalmente; un aprendizaje en propias carnes en busca de la auténtica cultura del país de la mano de Smith, que era también una búsqueda de la identidad personal y de la utopía, lo que hace que la antología resulte tan fascinante por su contenido como por su rico pasado y su carga de futuro.
El artista Harry Smith en la segunda mitad del siglo XX realizaba pinturas...
Regístrate para leer el documento completo.