Anti manual del mal historiador
Carlos Antonio Aguirre Rojas
El sacerdote que mataron dos veces.
Por: Iván Gallo
Las dos orillas.
Tiberio Fernández, el más querido de Trujillo, fue torturado y asesinado por El Alacrán. La Unesco acaba de reconocer a este mártir como uno de los hombres que la humanidad no puede olvidar.
A medida que avanzaba la homilía, el padre Tiberio iba alzando la voz. Laiglesia estaba a reventar y a pesar del sofoco lo único que se movía, a parte de los labios del sacerdote, eran las alas de las moscas. La multitud se iba asombrando paulatinamente a medida que el sermón se iba encendiendo. Tiberio levantaba su dedo acusador contra los verdugos. Tiberio se alzó la sotana, mostró sus pantalones de dril y le dijo a los que descuartizaban con motosierras, a los quedesaparecían, a los que mataban niños, que él era un hombre como cualquier otro y que si lo iban a matar lo tenían que hacer de frente, mirándolo a los ojos. “El miércoles ya tengo todo listo para ir a denunciarlos a la Procuraduría, juro que en este pueblo no habrán más asesinatos” y cerró su discurso con una frase que, al cabo de un par de días, se haría premonitoria: “Si mi sangre contribuye aque cese la violencia en Trujillo, con gusto la derramaré”
Desde mediados de 1987, la muerte se había ensañado contra Trujillo y sus alrededores. Las disputas políticas de los gamonales de siempre, habían derivado en desapariciones, torturas y ramilletes de muertos por parte de las autodefensas que, alentados por el orden tradicional, veían insurgentes en humildes ebanistas, entre caficultores olabriegos. Las madres ya se estaban enloqueciendo al ver los espectros de sus hijos deambular por sus casas de amplios corredores.
La llegada al pueblo en febrero de 1985 de Tiberio Fernández Mafla, supuso un pequeño periodo de esplendor para sus habitantes. Lejos de enclaustrarse en la solemnidad de un púlpito, el sacerdote se convirtió no sólo en el guía espiritual de los trujillenses, sino en unhombre con el liderazgo suficiente como para crear 45 empresas comunitarias, grupos de la tercera edad, comités de cuadra y microempresas familiares: ebanisterías, panaderías, productoras de frutas y verduras y hasta costureros.
Abandonados por las políticas gubernamentales, sus feligreses lo iban convirtiendo en un líder y eso a los terratenientes de la zona no les caía muy en gracia. Paraellos, un verdadero pastor de almas era aquel que le daba resignación al miserable, el que prometía la vida eterna y no el que alentaba marchas como la que paralizó al municipio en 1989, cuando Trujillo se levantó contra el abandono de las escuelas en las veredas, la ausencia de carreteras que los comunicara y sobre todo, contra la violencia que amenazaba con exterminarlos.
Los cientos de manifestantesllegaron a la plaza central del pueblo y allí fueron cercados por el ejército. La atmósfera era tan tensa que podía cortarse con un cuchillo. Había rumores que afirmaban que la marcha estaba infiltrada por el ELN y que el cura ese no era más que un ideólogo de esa guerrilla. El ejército tenía la orden de provocar y responder cualquier tipo de agresión. Un soldado le pegó una cachetada a un niño,un hombre reaccionó increpándolo y el soldado respondió dándole un culatazo en la cara. Se armó una trifulca y la reputación de comunistas que tenían los manifestantes y el sacerdote, creció con la accidentada protesta.
A finales de ese año, un escuadrón del ejército patrullaba en las inmediaciones de Trujillo cuando fue emboscado por un grupo de guerrilleros del ELN. Siete soldados perdieron lavida. A los terratenientes no les quedaba ninguna duda que el pueblo estaba infestado de insurgentes y querían venganza.
Al padre Tiberio le llegaban los lamentos de las madres quejándose por haber encontrado los cuerpos de sus hijos masacrados, torturados, con las manos hinchadas como sapos por culpa de los alfileres que les clavaban debajo de sus uñas antes de rematarlos con un disparo en la...
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