I (LUJURIA) Siguiendo a una hermosa ninfa atravieso la floresta, en la que sólo se escucha la substanciosa y pequeña charla de los chamarices. Aparto brotes y hierbas con la cayada, formándomecamino en la fronda espesa. ¿En dónde hallar a la ninfa que ha puesto mi sexo alerta? ¿Dónde hallarla?... Miro atento por todos lados. Blanquea, al final de la espesura, el prólogo de una pierna...Corro y al llegar no hay nada. Sin embargo, unas ligeras sacudidas en las hojas, me dicen que escapó presta por entre ellas... Prosigo mi lujuriosa carrera, ágil. A la sombra clara de una cañada, sesteaPan, la siringa olvidada entre la grama modesta. Cuando paso junto a él, el viento que muevo, entra en sus siete tubos y alza a la siringa una queja. Troto buscando... Una rabia feroz de mí se apodera: estoy rendido, no la hallo y oigo balar mis ovejas abandonadas llamándome. La sonrisa picaresca de un viejo y jocundo sátiro se abre tras una haya vieja burlonamente, y la risa de la deseada, suenacerca... Mas estoy rendido y caigo sobre unas hierbas... La tierra se sobrecoge, al recibirme, y se queja. (De Poemas sueltos I) (hasta 1931) MIGUEL HERNÁNDEZ -Antología 1 II Me tiraste un limón, y tan amargo, con una mano cálida, y tan pura, que no menoscabó suarquitectura y probé su amargura sin embargo. Con el golpe amarillo, de un letargo dulce pasó a una ansiosa calentura mi sangre, que sintió la mordedura de una punta de seno duro y largo. Pero almirarte y verte la sonrisa que te produjo el limonado hecho, a mi voraz malicia tan ajena, se me durmió la sangre en la camisa, y se volvió el poroso y áureo pecho una picuda y deslumbrante pena. III Tengo estos huesos hechos a las penas y a las cavilaciones estas sienes: pena que vas, cavilación que vienes como el mar de la playa a las arenas. ...
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