Antología

LA SALIDA
DENISE MAKENDOSKI (PERÚ)
2007
Hacía varios días que lo pensaba. Le había dado una y mil veces vueltas en la cabeza. Primero pensaba en la manera que iba cerrar la puerta. Pensaba que si le daba la vuelta a la llave demasiado fuerte de repente al regresar ya no podría abrirla de nuevo, y la idea de quedarse sola en la calle la aterraba. También imaginaba que al estar unas horas lejosde casa, podría llegar el hombre que todos los días la vigilaba desde su camioneta blanca y que al regresar encontraría la puerta entreabierta y la casa vacía. Y la idea de perder sus pertenencias también la aterraba...En medio de la noche se despertaba angustiada imaginándose por esas calles llenas de gentes, que la observaban pasar, como a alguien extraño. Ensayó mil veces su manera de caminardelante del espejo y hasta se echó un poco de talco en la cabeza para parecer más viejita, así el policía no la botaría de la cola de los adultos mayores...Debía actuar rápido, contar los pasos, persignarse tres veces, rezarle a las almas del purgatorio para que protegieran la casa y finalmente subir al micro....
Al cuarto día resolvió que no podía esperar más, que si no era ese día, no seríajamás. Así que cumpliendo todo el ritual se aventuró y muerta de terror se encontró en medio del tráfico, del gentío y en la cola del banco. Sólo que ese día no había gente en la calle, ni autos en las pistas, ni colas en los bancos. La ciudad lucía desierta y un viento helado lo envolvía todo. Asustada regresó lo más rápido que pudo y al meter la llave en la cerradura está cedió fácilmente y encontrótodo en su lugar y al gato esperándola en la alfombrita de la entrada...
SOLO VINE HABLAR POR TELÉFONO
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ (COLOMBIA)
1928
Una tarde de lluvias primaverales, cuando viajaba sola hacia Barcelona conduciendo un coche alquilado, María de la Luz Cervantes sufrió una avería en el desierto de los Monegros. Era una mexicana de veintisiete años, bonita y seria, que años antes habíatenido un cierto nombre como artista de variedades. Estaba casada con un prestidigitador de salón, con quien iba a reunirse aquel día después de visitar a unos parientes en Zaragoza. Al cabo de una hora de señas desesperadas a los automóviles y camiones de carga que pasaban raudos en la tormenta, el conductor de un autobús destartalado se compadeció de ella. Le advirtió, eso sí, que no iba muylejos.
-No importa -dijo María-. Lo único que necesito es un teléfono.
Era cierto, y sólo lo necesitaba para prevenir a su marido de que no llegaría antes de las siete de la noche. Parecía un pajarito ensopado, con un abrigo de estudiante y los zapatos de playa en abril, y estaba tan aturdida por el percance que olvidó llevarse las llaves del automóvil. Una mujer que viajaba junto al conductor, deaspecto militar pero de maneras dulces, le dio una toalla y una manta, y le hizo un sitio a su lado. Después de secarse a medias, María se sentó, se envolvió en la manta, y trató de encender un cigarrillo, pero los fósforos estaban mojados. La vecina del asiento le dio fuego y le pidió un cigarrillo de los pocos que le quedaban secos. Mientras fumaban, María cedió a las ansias de desahogarse, y suvoz resonó más que la lluvia o el traqueteo del autobús. La mujer la interrumpió con el índice en los labios.
-Están dormidas -murmuró.
María miró por encima del hombro, y vio que el autobús estaba ocupado por mujeres de edades inciertas y condiciones distintas, que dormían arropadas con mantas iguales a la suya. Contagiada por su placidez, María se enroscó en el asiento y se abandonó al rumorde la lluvia. Cuando se despertó era de noche y el aguacero se había disuelto en un sereno helado. No tenía la menor idea de cuánto tiempo había dormido ni en qué lugar del mundo se encontraban. Su vecina de asiento tenía una actitud de alerta.
-¿Dónde estamos? -le preguntó María.
-Hemos llegado -contestó la mujer.
El autobús estaba entrando en el patio empedrado de un edificio enorme y...