Antonio caballero - yo tumbe el cartucho con la ayuda de mi dios y una pistola

Páginas: 9 (2226 palabras) Publicado: 19 de diciembre de 2011
La marihuana: Memorias del olvido
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Por: ANTONIO CABALLERO
El periodista más controvertido de Colombia escribe en exclusiva para SoHo un artículo sobre sus encuentros y desencuentros con la marihuana, y la manera como ésta le abrió las puertas a la libertad.
La primera vez que fume marihuana fue… ¿cuándo fue? No me acuerdo. La marihuanadestiñe la memoria: no deja más que unos borrones blanquecinos, vagos como nubes, signos con tiza desdibujados sobre un tablero negro de pizarra.

Pero sí sé que la primera vez que fumé marihuana no era marihuana, sino haschisch, o hachís, o kif, como lo llaman en Marruecos, de donde provenía el de mi ceremonia iniciática. El haschisch de los moros es la misma sustancia que en India llaman charas,y es más potente que la ganja y que el simple bhang. Es la resina pura de la cannnabis índica, subespecie de la sativa que, a su vez, etcétera, etcétera. En fin: las notas eruditas se las pueden saltar. Digo que la primera vez que fumé marihuana no era marihuana porque en París, donde yo vivía por entonces, no la había. Había kif marroquí, que se fumaba en pipa. No me gustó. Recuerdo el humo azul,tirando a verdoso, curiosamente horizontal. Era invierno, hacía frío. El sabor caliente y metálico de la pipa me secó la garganta. Me dio algo parecido a la náusea. Me acosté tiritando.
Meses más tarde, en Colombia, fumé marihuana de verdad, hierba de la Sierra Nevada. O sea —nota erudita—, bhang, que se obtiene por la trituración de hojas, tallos y semillas. Me encantó el olor, me gustó elsabor, y el crepitar de las semillas que a veces estallaban en el interior del grueso varillo de papel de Biblia. Recuerdo que —sí, señores: recuerdo: porque la marihuana borra la memoria, pero a la vez la exalta, como exalta y agudiza los sentidos a la vez que parece adormecerlos y embotarlos: el tacto, el gusto, el olfato, el oído (la vista no)—, recuerdo que en ese tiempo podía uno encontrar entodas las esquinas de Bogotá, como hoy encuentra mandarinas o cigarrillos de contrabando, marihuana de muchas clases: ‘uña de gato’, ‘punto rojo’, ‘Santa Marta Golden’. La vendían unas señoras rollizas y coloradas en envoltorios de papel periódico que pesaban, a ojo, media libra: áspera, dulzona y aromática. Me gustó, ya digo. Pero más que por el placer directo del sabor, el aroma y el color delhumo, porque daba acceso a otros placeres. Como todas las drogas más o menos alucinógenas, la marihuana es una puerta. The Doors of Perception (Las puertas de la percepción), tituló Aldous Huxley un libro que fue famoso en aquellos años en el que contaba sus experiencias con drogas sicoactivas.

La marihuana abría puertas al mundo físico y al mental, a los apetitos y a las curiosidades: a la música,el sexo, a la meditación, al sonido y al sentido de las palabras; incluso puertas al hermético —para mí— reino de las matemáticas puras. Recuerdo —¿ven ustedes que sí tengo recuerdos? Y eso que hablo de cosas de hace casi 40 años— que un día, abierta mi conciencia por la hierba, supe inventar (o descubrir, no sé), una serie de números naturales hasta entonces no encontrada ni concebida por nadie.Una serie, por supuesto, infinita (la hierba abre las puertas del infinito con asombrosa facilidad; de otra droga, la mezcalina, decía el poeta Henri Michaux que es “un mecanismo de infinito”), construida sobre el crudo modelo de la de los números primos y constituida por todos los números enteros que no son divisibles ni por sí mismos ni por la unidad. Una serie impensable y que, sin embargo,pude pensar. Aunque después no encontré ningún número que cupiera en ella. Sin duda no busqué lo bastante. La marihuana tiene también eso: que uno se distrae y piensa en otra cosa, y se le olvida, y se va. 

Hablo de las matemáticas, pero mencioné también la música. En esos años finales de los 60 y principios de los 70 eran muchos los marihuaneros que sólo fumaban marihuana para escuchar música....
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