APARICIONES DE CRISTINA PACHECO

Páginas: 5 (1202 palabras) Publicado: 31 de agosto de 2015
(La antigua casona está dividida en tres viviendas. A las puertas de la Última, señalada con la letra C, Adela y Rosalio despiden a Celia y Martín: dos de los vecinos que los acompañaron en la improvisada celebración.)
CELIA: Ahora sí­, que pasen buenas noches, y otras vez gracias.
ADELA: ¿Pero de qué? Lo bueno es que jalamos todos parejos.
MARTIN: Si­, Adela, pero lo que sea de cada quien laidea fue suya.
CELIA: Y la explica tan bien que yo les juro que hasta me lo crea­. Fue lo bueno, porque cuando uno de los periodistas me pregunto si deberás había visto a la niña le dije que sí­, y no una vez sino varias.
MARTIN: Por poco se me sale la risa cuando dijiste que tus hijos jugaban con la niñita en el patio.
CELIA: Mi apuración era que les preguntaran a los escuincles de al lado y quemetieran la pata.
ROSALIO: Si­ es cierto. ¿Quién los dejo entrar aquí­?
ADELA: Nadie. Llegaron solitos. ¿Que no conoces a los chamacos? Así­ son de curiosos.
ROSALIO: Pero a esos se les pasa la mano: se encajan. Cuando iban a tomarnos la foto, luego luego se metieron porque querían salir.
ADELA: ¿Y qué? Entre más personas se pongan de nuestro lado mejor, y sobre todo si son niños.
CELIA: El que nose presentó para nada fue el administrador.
MARTIN: No, ni se va a presentar. Es bien collón. ¿Se acuerdan del día en que le echo bronca?
ROSALIO: Estaba pálido, el pinche buey.
CELIA: Pero como no, si mi viejo se le fue encima con el martillo. La verdad yo también me asusté.
MARTIN: Porque tú te asustas de todo. Además, no iba a pegarle.
CELIA: Pero Él no lo sabía. ¿Qué tal que hubiera traídopistola y te la saca?
MARTIN: Lo malo no hubiera sido eso, sino que quisiera metérmela.
CELIA (Riendo, falsamente avergonzada): Ay, qué bárbaro eres. (Su expresión desaparece cuando se palpa las bolsas del vestido.)
ADELA: ¿Qué te pasa, comadre? ¿Que se te perdió?
CELIA: El recorte de periódico que me dieron. ¿Tú no lo traes, Martín?
MARTIN: No. Lo vi en la mesa y pensé que tú lo habías agarrado.ADELA: Allá­ estará, no se apuren. Como en la casa no tenemos niños, nadie agarra nada.
ROSALIO (Dándole un codazo a su mujer): ¿Como que no tenemos niños? Y entonces aquella ¿qué es?
MARTIN: Si­, comadre, no se le vaya a olvidar. La dueña todavía puede venir.
ROSALIO: No lo creo. Si acaso mandará al administrador. Ah, pero si hablamos con él, que sea frente a un abogado y con papeles. Digo, porqueno vayan a salirnos con que siempre no nos venden la casa.
ADELA: De eso no tengo miedo. Con todo el relajo que se arma, no creo que haya nadie interesado en meterse aquí­.
CELIA: Dios te oiga, comadre.
ADELA: Yo creo que ya nos oyó. (Se persigna.)
ROSALIO (Mirando hacia la vivienda marcada con la letra A): Híjole, aquellos ya pusieron su música.
ADELA: Están contentos. ¿A poco no?
ROSALIO: Puessí­, pero ya es bien tarde y como que ya es hora de dormir, ¿no?
MARTIN (Dándole un golpecito en el hombro a su esposa): Órale, chaparra, ya despídete. Hasta mañana y otra vez, gracias.
II
(Adela y Rosari­o entran en la habitación. De paredes altísimas y muy amplias, hace las funciones de sala-comedor y taller. Sobre la mesa, donde quedaron vasos y botellas, hay algunos periódicos.)
ROSALIO (Con unrecorte en la mano lee en voz alta): ``Para proteger el eterno descanso de una niña aparecida, tres familias lograron impedir la demolición de una antigua casona. Se convertirán en propietarios...'' (Deja el recorte y sonriendo se vuelve a su mujer): ¡Qué bárbara eres! ¿Cómo se te ocurrió lo de la niña aparecida?
ADELA: No se me ocurrió nada, si lo recordaba lo que mi abuela nos contaba cuandoÉramos niños: que en el patio se aparecía todas las noches el Ánima de una niñita con la esperanza de encontrar a sus padres.
ROSALIO: ¿Quiénes eran?
ADELA: Según mi abuelita, nadie lo sabía. (Suspirando.) Cuando se enfermó le dio por decirnos que la niña aparecida jugaba con ella todas las noches y que esa era la señal de que iba a morirse. Pobrecita.
ROSALIO: Pues qué bueno que te conto esa...
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