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Había pasado mucho tiempo prácticamente inadvertido, dicrotamente oculta, ajena al boom turístico de sus vecinas phuket y krabi, temerosas de s invadidas. Sus días de intimidad estaban contados.Llegaron los ochenta y con ellos la ceremonia iniciática de adaptación el bárbaro extranjero que conoce como peisland a esta isla tailandesa de bello nombre en su lengua borigen, la tai: isla de losespíritus, es decir koh phi phi.
Y sin embargo, aun a pesar de que el número de visitantes crezca continuamente como la espuma de su mar, permanece impoluta, inaccesible, inmaculada. Esel reductor de las playas vírgenes y blancas,
Saturadas de palmeras que hacen pensar a los occidentes que realmente han encontrado lo que buscaban: el paraíso perdido. Con ese deseo llegan todos,procedentes de phuket ese es el camino que normalmente recorren, algunos de ellos en excursión de un día, aunque después desean quedarse aquí más tiempo. Mas suerte tienen y menos impresión recibenaquellos que en su itinerario ya han pasado por otro paraíso, el que conforma la hermana pequeña de pee pee island, la pee pee lae, donde el mar en un pasiente tarea de años ha esculpido las piscinasnaturales de corl de pi leh, las grutas y los canales submarinos de lohsah y el anfiteatro romano de may-ya bay.


todos en la isla sigue igual; hombres, mujeres, y niños se duchan en una especiede cachorros artificiales a las orillas de la playa, pero el hecho de que algún turista quiera compartir con ellos las duchas, aparte de su cntinua visión, ha cambiado en algunos aspectos laexistencia de los tranquilos personajes que moran en este Adén. Así, numerosos jóvenes de los pescadores o de la de los chaothlay- algo asi como nomadas del mar-. Situadas en la noroccidental de la isla,han abandonado sus hogares para trasladarse al centro de la bahía de tonsay, lugar en el que se concentran las mayores representaciones de la industria hotelera y turística.

Aun existe gente que...