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Elpropio autor, quien es el narrador en la obra, ha dicho que ésta es "una historia que durante generaciones se ha transmitido oralmente de padres a hijos". Pero no hay tal.
Los hechos relatados jamásocurrieron en Inglaterra, aunque están tratados en forma realista.
Cuando empiezan a apartarse del romanticismo, los escritores norteamericanos iniciaron la búsqueda de la identidad de su país.Descubrieron, entonces, que detrás de la epopeya colonizadora había graves problemas sociales y raciales, enormes injusticias, enormes diferencias entre pobres y ricos.
Mark Twain ya había encarnadoesto, a su modo, en sus dos célebres personajes: Tom Sawyer y Huckleberry Fin.
Otros escritores norteamericanos también lo habían hecho. Enriqueta Beecher, con "La cabaña del tío Tom" (1852), habíasensibilizado a la opinión pública a favor de los derechos civiles de los negros.
Y Henry Thoreau, en su novela "John Brown" (1859), mostraba cómo un esclavo negro armaba a sus congéneres de raza yluchaba contra los plantadores de algodón sureños.
En "El príncipe y el mendigo" Twain utilizaría nuevamente a dos niños para mostrar las injusticias sociales y la crueldad de las leyesimpuestas por los poderosos.
Así, en un mismo día nacen dos niños; uno, el príncipe Eduardo Tudor, el heredero ansiosamente esperado de Enrique VIII; el otro, un niño mísero que nadie deseaba: Tom Canty.Este último, en medio de la más atroz pobreza, soñó durante años con príncipes, hadas y castillos encantados.
Tanto, que, a pesar de su miseria, se las arreglaba para jugar a que era un príncipe,transformando a los miembros de su pandilla en caballeros y cortesanos.
Una casualidad hace que Eduardo Tudor —quien a su vez soñaba con liberarse del protocolo de la corte— conozca a Tom....
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