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“Querer, guardar, proteger, alimentar y fomentar el crecimiento ¿es esta la única función de la mujer? ¡No!”. La vocación de la mujer es la misma que la de cada uno de nosotros; claro que latarea de proteger y desarrollar las personas humanas, de ayudarlas a lograr su culminación como personas, requiere varias virtudes o el desarrollo de diferentes dones y éstos pueden ser en generalmás naturales en las mujeres y a pesar de ello son también virtudes humanas; ser madre es una tarea de gran importancia pero no por ello lo único que una mujer puede hacer.
Cualquiera queconsidere la tarea maternal y las virtudes necesarias para ella con esta profundidad se dará cuenta rápidamente de lo exigente que es esta vocación. Las madres siempre han sabido esto, por supuesto, peronuestra sociedad ha llegado a ser bastante ciega respecto a ello. El materialismo alega que los humanos son simplemente complejas máquinas orgánicas y que nuestra felicidad consiste ensatisfacer nuestros deseos todo lo que podamos, cuando estos deseos son principalmente de placer y confort. Si esa es la verdad tal cual sobre los seres humanos, las madres están perdiendo el tiempo queemplean con sus hijos. Todos los padres y las madres deberían estar fuera rascando por obtener todo el dinero y poder que puedan encontrar, puesto que eso es lo que sus hijos necesitan más quecualquier otra cosa.
Sin embargo el papel de la mujer no se reduce a la maternidad si ese es su deseo, la mujer puede salir y prolongarse más allá de un ámbito familiar, como una forma demultiplicar sus capacidades y ayudar a su realización como mujer, la mujer tiene las mismas capacidades y aptitudes que los hombres; nosotras podemos desempeñar la mismas tareas al igual que ellos. Elmundo de las empresas humanas, de las decisiones humanas, de la cultura y la comunicación, necesita enriquecerse de todo aquello que la mujer puede aportar. Necesita precisamente de «lo femenino».