Aprendizaje on line
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No cabe cuestionar la gran contribución de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) a nuestro desarrollo y desempeño profesional, pero sí cabe cuestionar algunas de las soluciones ofrecidas bajo la etiqueta de e-learning. Mejores productos y servicios formativos on line cabe ciertamente esperar, y puede quepasen por una mayor carga didáctica, en su convivencia con la carga tecnológica.
Cuando finalmente -me parece que fue en 2004- accedí a resultados de una encuesta sobre los propios usuarios de cursos on line, pude saber que, en efecto, se mostraban insatisfechos con la calidad de los contenidos ofrecidos. La misma empresa que había hecho la encuesta ya no preguntó a los usuarios al año siguiente.Recuerdo, como experiencia personal, que para un diseñar (elaborar el guion) un curso de liderazgo de nivel 3 (o sea, para ser líderes, pero no mucho, ya que la escala iba de 1 a 5), dirigido a directivos intermedios de una empresa grande del sector de la Telecomunicación, yo disponía del número de horas de duración del curso, multiplicado por 10. O sea, para diseñar una píldora (así decíamos)de 2 horas, yo disponía de dos días y medio. Debía identificar en qué consistía, para aquella gran empresa, el nivel 3 de liderazgo, y redactar luego un guion (elijo la opción sin tilde) que resultara efectivo y atractivo, aunque yo tenía la impresión de que mi jefe quería simplemente algo 'vistoso', es decir, impactante a la vista (quizá porque también era eso lo que esperaba el cliente).Déjenme, sí, confesarles por qué me sentía yo (consultor de formación y docente que había empezado a trabajar ya con Enseñanza Asistida por Ordenador en 1987) profesionalmente frustrado en los primeros años del siglo. Ésta era la situación, como yo la percibía:
Los proyectos de e-learning eran capitaneados por tecnólogos, y los docentes-guionistas éramos, tal como lo recuerdo, subcontratadosinternamente (también se encargaban a colaboradores externos) para generar un guion (storyboard) que podía ser luego alterado sin consultarnos, durante la producción.
Los contenidos solían ser en general muy modestos, ya fuera por el poco tiempo de diseño asignado, o porque se encargaban, con cierta urgencia, a docentes con falta de experiencia en el tema o en la guionización (en general, a casi todosnos faltaba algo de habilidad para redactar bien.
Nuestros textos, instrucciones, esquemas, etc., ya de entrada muy perceptibles, solían perder en el proceso de producción alguna cantidad de efectividad didáctica, e incorporar errores linguísticos y a veces conceptuales. Yo veía desaparecer comas, tildes..., pero me indignaba más la precisión que se perdía en la transcripción de los textos quehabía entregado.
Los guionistas debíamos revisar el resultado final, pero ésta era una tarea sumamente ingrata. Yo recuerdo que remitía siempre a mi guion original (tal como aparece en...), porque encontraba frases llenas de confusión para el alumno y dibujos que habían perdido su eficacia didáctica: como si imperara la forma sobre el fondo.
En las revisiones a que me refiero, tambiénpodíamos encontrarnos con una errónea programación de las preguntas, lo que llevaba al usuario a encontrar como falso lo que era cierto, y al revés. Aunque los guionistas detectáramos errores, el producto podía acabar llegando al usuario con fallos.
Recuerdo que un representante de la Fundación Tripartita denunciaba formalmente en 2004 que el e-learning no estaba generando aprendizajes significativos,y desde luego eso no constituyó ninguna sorpresa para mí, cuando lo escuché sentado entre la audiencia, en un oportuno evento organizado por Aefol en Madrid.
Diría asimismo que, en general, los cursos no duraban tanto como se decía: cualquier alumno podía seguir las unidades en un tiempo inferior, o muy inferior, al señalado, y a la vez, aunque en las empresas se diera un mes para...
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