Aquella Tarde de Primavera
En “La invención de Morel” de Adolfo Bioy Casares, un fugitivo llegó a una isla aparentemente desierta mientras escapaba de las autoridades. La isla tenía unmuseo, una capilla y una pileta de natación. Al llegar, fue a explorar estos sitios y lo sorprendieron unas personas que él llamaba “intrusos”. Atemorizado por ellos decidió ir a vivir a la parte bajade la isla, ya que temía ser visto por ellos y ser entregado a las autoridades. Su curiosidad lo llevó a espiarlos y quedó rotundamente enamorado de una mujer que pertenece a los “intrusos”, peroella lo ignoraba cada vez que este hombre se intentaba comunicar con ella. Esta mujer se sentaba a leer y a hablar con un hombre barbudo junto a unas rocas a diario y él iba a observarla con muchoscelos. Ser ignorado no sólo por ella si no por todos estos intrusos lo llena de angustia y luego de mucho investigar la naturaleza de estos intrusos, descubrió que no son más que unas proyecciones de unamáquina construida por Morel, el hombre que hablaba con la mujer. Atónito, fue a los sótanos del museo, donde estaba la máquina y murió haciendo experimentos con ella. Las acciones y decisiones delfugitivo fueron completamente absurdas y poco inteligentes.
El haber ido a la isla fue la decisión más estúpida que pudo haber tomado el fugitivo. Él se fue a una isla en la cual se creía que había unadevastadora peste o peligro mortal que hacía que se cayeran las uñas, se muriera la piel, el pelo y las córneas de los ojos, ya que las personas encontradas estaban calvas, sin uñas y muertas. ¡Aunsabiendo que nadie sobrevivía en la isla, que llegar a ella era casi imposible por sus arrecifes que hacían naufragar los barcos, el temerario fugitivo se fue de todos modos y en un miserable bote deremo! Pero lo que es aún más patético es que después de tener la suerte de haber llegado, hubiera decidido establecerse en el museo inmediatamente en ves de ocultarse un tiempo para ver si en verdad...
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