ariel
2. I La tradición literaria nos cuenta que Ariel es un espíritu servil del mago Próspero en La Tempestad de William Shakespeare.También es un personaje del poema de Pope The Rape Of TheLock. Y es –además- un demonio de la mitología judeocristiana. Ariel, nos explica José Enrique Rodó en su obra homónima, es “genio del aire, representa, en el simbolismo de la obra de Shakespeare, la parte noble y alada del espíritu”. Rodó invoca a Ariel como su numen: su inspiración deificada. Coincide Rodó con Goethe –así lo afirma el primero- enque “sólo es digno de la libertad y la vida quien es capaz de conquistarlas día a día para sí”. En que cada generación debe conquistarse así misma a través del bálsamo de su voluntad perseverante. Invoca Rodó una juventud nueva, inspirada en los ímpetus pasados: la Grecia clásica y todos los renacimientos postreros del espíritu europeo. Para Rodó esa nueva conquista sugiere ‘esperanza’ y’entusiasmo’, ‘luz’ y ‘movimiento’: juventud. Considerarse herederos y seguidores de esa tradición conlleva afirmar una máxima: “Sed, pues, conscientes poseedores de la fuerza bendita que lleváis dentro de vosotros mismos”. Una máxima, advertimos, idealizada. Pero una máxima que encamina a la acción, que busca
3. un efecto a partir de la causa. Una máxima que niega el hastío y el ocio como efecto y losreafirma como causa –“optimismo paradójico”- Un totalmente legítimo, esperanzador e necesario. II “Dar a sentir lo hermoso es obra de misericordia”, este será uno de los preceptos a seguir en este nuevo planteamiento donde el artista adquiere un papel relevante: “En el alma del redentor, del misionero, del filántropo, debe exigirse también entendimiento de hermosura, hay necesidad de quecolaboren ciertos elementos del genio del artista”. Hay implícita en esta mirada un anhelo de perfección. Un anhelo que no sabe introducirse en los principios democráticos, y que contra ellos no conviene enfrentarse. Así Rodó nos propone una “aristarquía de la moralidad y la cultura “inserta en unos principios democráticos de las colectividades humanas. En oposición a esto se situaría el espíritu mediocreo espíritu de “americanismo”. Y para luchar contra ello Rodó opone un europeísmo de raíz grecolatina. En Norteamérica “la prosperidad es tan grande como su imposibilidad de satisfacer a una mediana concepción del destino humano.” Sin embargo queda el reino del pensamiento, algo que “conquistará, palmo a palmo, por su propia espontaneidad, todo el espacio de que necesite para afirmar y consolidarsu reino, entre las demás manifestaciones de la vida”.
4. III Como ya anunció Chesterton: “el hombre moderno sólo ensaya o intenta llegar a una conclusión”. Esta conclusión puede ser la resolución de sus utopías, y también de sus distopías. En el ensayo –como afirmaría Adorno- “se compone experimentando con el pensamiento” y, por supuesto, no apunta – o no debe apuntar- a una conclusión...
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