Armas de fabricación casera ii
Me pregunto si realmente es como dice Sánchez que se ordena al hijo por teléfono ponerle a la cabrona de su mai, porque lo cierto es que le está faltando el respeto a la madrede su propio hijo, además de estarle dando un mal ejemplo, ya que el niño se acostumbrará a tratar a todas las mujeres de la misma manera. No es que sea perfecta en mi vocabulario, pero hace un tiempoun amigo muy querido me hizo la salvedad de que debía dejar de utilizar ciertas palabras “malas” en mi vocabulario porque las mujeres cultas y “hermosas” como yo no lo debían hacer. Aludió mi amigoa que soy una mujer inteligente y que no necesito expresarme con este tipo de vocabulario, mucho menos delante de mi hijo, ya que él aprende de lo que ve y escucha. Mucha razón tiene mi amigo, yluego de enmendar esta conducta, tengo que estar de acuerdo con Luis Rafael Sánchez sobre lo “folklórico” de nuestro argot.
Menciona Sánchez el estudio hecho por el New York Times de una encuestahecha en el México rural en el que se contabilizan las “malas palabras” y las groserías dichas por las personas diariamente, calculándose un promedio de veinte. Recientemente, a un estudiante quevisitaba la biblioteca del colegio donde trabajo, le contabilicé las palabrotas groseras que salían de su boca, en un periodo de cuarenta y cinco minutos dijo treinta palabras; casi a una por minuto, ledije que le cobraría un dólar cada vez que dijera una. Sin saber que este estudio se realizaba en México, yo también estaba anonadada al escuchar las expresiones de mi estudiante, sobre todo como dice...
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