arrebatos carnales 2

Páginas: 91 (22714 palabras) Publicado: 23 de septiembre de 2014
de nuestra portada

El camino de la iniciación
con Carlos Montemayor
BERNARDO RUIZ

cial de la Biblia, tema que les apasionaba tanto en lo
literario como libro hermético. Incluso, a la manera de

n El Heraldo Cultural, suplemento del desapa-

los antiguos, los dos continuaron sus argumentos en un

recido diario El Heraldo de México, Lucy Ma-

amplio epistolario que llegué a conocery disfrutar por

cías, la secretaria de redacción de Luis Spota,

cortesía de Carlos.

me presentó a Carlos Montemayor, conocido entonces

Montemayor, nacido en Parral, y Martínez, nacido

por su libro de relatos Las llaves de Urgell. Era 1972, a

en Monterrey, tenían la misma estatura y la misma com-

Spota le interesaba saber qué pensaban los jóvenes es-

plexión delgada, usabanbigote y anteojos, y compartían

critores y ofrecer una alternativa ante los más o menos
notables autores de otros suplementos. Montemayor
publicaba entonces semanalmente ensayos donde igual
abordaba el Arte poética de Horacio o el corpus completo de la obra de Bioy Casares, o selecciones de sus lecturas de poetas medievales.
El índice completo de esos ensayos se puede consultar en elDiccionario de escritores mexicanos de Aurora Ocampo. El valor de aquellos textos estriba en la
serie de relaciones que en torno a la literatura encontraba Montemayor, quien acostumbró siempre señalar
los vínculos que existían entre autores de diversas épocas y geografías. Carlos estaba al tanto de lo que se publicaba en México, y ciertamente había aprovechado su
estancia en el Centro Mexicano deEscritores para organizar su visión de la literatura como un cuerpo vivo.
En la cafetería de El Heraldo tuve mis primeras
conversaciones con él y con Humberto Martínez, otro
ensayista de amplias lecturas. Ambos mostraban un coCarlos Montemayor

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de nuestra portada

E

nocimiento sólido de autores de todo orden y en espe-

la afición de un buen vino y una buena carne, ademásguardaba la pistola y sus vinos. Y mientras servía las

del placer de la lectura y el gusto por las mujeres. Para

copas comentaba acerca de una afición aprendida de

mis adentros pensaba de ellos que eran como Juan de

Rubén Bonifaz Nuño: el sentido de la iniciación, el cono-

Panonia y Aureliano de Aquilea, los dos teólogos del cuento

cimiento interpretado desde el punto de vista de laalqui-

de Borges: dos mentes capaces de lanzarse a una discu-

mia y sus símbolos. Afirmaba Montemayor que la manera

sión sin medida para terminar en el mismo paraíso. Al-

más inteligente de comprender la existencia se conse-

guna vez se lo comenté a Montemayor, quien me dijo: “Lo

guía a través del proceso de búsqueda de la piedra. Lo

que más molesta a Humberto, en el fondo, esque haya

decía con seguridad, seriamente.

sido un Montemayor quien fundó Monterrey. Eso lo pone
en desventaja”.

Aquellas veladas son emblemáticas en el recuerdo.
Las evocamos en posteriores encuentros. Hacía gala Car-

Pasados tres años, cuando se fundó la Universidad
Autónoma Metropolitana, nos integramos a la planta

una vía de gnosis. Consideraba que muchos escritoresjefaturaba el Área de redacción, y Carlos y yo alternába-

El Búh

como una manera de fabricar un objeto físico, sino como

docente de la Unidad Azcapotzalco. Humberto Martínez

6

los de su conocimiento de los antiguos alquimistas, no

habían cifrado sus creaciones con diversos simbolismos

mos en los cursos del tronco común de Ciencias Sociales

de este orden. Frecuenté las lecturas querecomenda-

y Humanidades bajo sus órdenes.

ba, desde el Trimegisto hasta Fulcanelli y Jung, de modo

Mi colega de horario y de cubículo fue Montemayor,
quien además de sus clases escribía Las minas del retorno y Las armas del viento, daba tutorías a los alumnos,
estaba a cargo de la Revista de la Universidad, consolaba viudas y desfacía entuertos. Leía y anotaba a Popper
y Bunge –y me...
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