ARSÉNICO

Páginas: 8 (1821 palabras) Publicado: 24 de octubre de 2015
“ARSÉNICO”
Primo Levi
Como cliente tenía un aspecto inusitado. A nuestro laboratorio, humilde y emprendedor, venía para que le analizáramos los productos más disparatados gente muy variada, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, pero todos visiblemente encajados en la gran red ambigua y picaresca del comercio. Al que compra y vende por oficio se le reconoce con facilidad; tiene el ojo alerta yel rostro en tensión, teme el engaño o lo está pensando y se mantiene en guardia como un gato al anochecer. Es un oficio que tiende a destruir el alma inmortal. Ha habido filósofos cortesanos, filósofos dedicados a pulir lentes, hasta filósofos ingenieros o estrategas, pero ningún filósofo, que yo sepa, ha sido negociante al por mayor o tendero.
Lo recibí yo, porque Emilio no estaba. Había podidoser un filósofo campesino. Era un viejecillo fuerte y rubicundo, de manos sólidas, deformadas por el trabajo y por la artritis. Los ojos se mostraban claros, movedizos y juveniles, a pesar de las grandes y frágiles bolsas que le colgaban vacías bajo las órbitas. Llevaba chaleco, con una cadena de reloj asomando del bolsillo. Hablaba piamontés, cosa que me hizo sentirme inmediatamente a disgusto.No es de buena educación contestar en italiano cuando te hablan en dialecto, es algo que te confina enseguida al otro lado de una barrera junto con los aristócratas y con la gente respetable, con los luigini para decirlo con frase de un ilustre homónimo mío. Pero mi piamontés, aunque correcto en cuanto se refiere a la forma y al tono, es tan plano y tan sin nervio, tan modesto y lánguido, queresulta poco auténtico. Más que un genuino atavismo, se diría el fruto de un diligente estudio de codos, a la luz de una lámpara, sobre gramática y léxico.
Total, que en un piamontés impecable, con graciosas vetas astienses, me dijo que traía aquel azúcar para someterlo a un análisis químico. Quería saber si era azúcar o no, o si acaso llevaba dentro alguna porquería (dijo «saloparía») ¿Cómo quealguna porquería? Le dije que si tuviera a bien precisarme sus sospechas, me facilitaría la tarea. Pero él contestó que no me quería influenciar, que hiciera el análisis lo mejor que pudiera, que de las sospechas ya me hablaría luego. Me dejó en las manos un cucurucho que contenía por lo menos medio kilo de azúcar, dijo que volvería al día siguiente, se despidió y se fue. No cogió el ascensor, bajó apie tranquilamente los cuatro tramos de escalera. Debía ser un hombre sin angustias ni prisas.
Nosotros, clientes teníamos bastantes pocos, hacíamos pocos análisis y ganábamos poco dinero. Por eso no podíamos comprarnos instrumentos modernos y rápidos, nuestros resultados tardaban y nuestros análisis duraban más de lo normal. Por no tener, no teníamos ni siquiera un letrero en la calle, con locual el círculo vicioso se cerraba y los clientes escaseaban todavía más. Las muestras que nos dejaban para analizar constituían una aportación no del todo despreciable para nuestro sostenimiento. Tanto Emilio como yo nos habíamos guardado bien de hacer saber a los clientes que, en general, basta con unos pocos gramos de la sustancia a analizar, y aceptábamos de buen grado el litro de vino o deleche, el kilo de macarrones o de jabón, el paquete de agnolotti.
Sin embargo, dado el historial de aquel caso, es decir, las sospechas del viejo, habría sido imprudente consumir así a ciegas aquel azúcar y hasta simplemente probarlo. Disolví un poco en agua destilada; la solución conseguida era turbia, seguro que pasaba algo raro. Pesé un gramo de azúcar en el crisol de platino (la niña de nuestrosojos) para incinerarlo en la llama. Se abrió camino en el aire contaminado del laboratorio el olor doméstico e infantil del azúcar quemado, pero inmediatamente después la llama se puso lívida y se percibió un olor totalmente diferente, metálico, aliáceo, inorgánico, o más bien contraorgánico. Qué sería de un químico si no tuviera olfato. Al llegar a este punto ya es difícil equivocarse: se...
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