Durante muchísimo tiempo, hablar de familia era tanto como concebir una pareja y sus hijos, fue así como en la época del constituyente, se concebía ese contrato denominado matrimonio, como la baseesencial de la familia, tal y como lo consagra nuestra Carta Magna en su artículo 52 al indicar: “El Matrimonio es la base esencial de la familia y descansa en la igualdad de derecho de los cónyuges”.Visto desde esa definición, podríamos remontarnos a las historias que relatan nuestros padres, sobre sus paseos familiares de fin de semana a la casa de los abuelos, quienes en la mayoría de loscasos, se mantenían unidos hasta el final de sus vidas. La concepción de organización familiar abarca un sentido estrictamente piramidal y una idea del matrimonio para toda la vida y, por ende, ungrupo de hijos viviendo bajo el mismo techo y respetando las órdenes giradas por el hombre como cabeza de familia, quien era el que llevaba el sustento al hogar, mientras los hijos crecían bajo la miradaprotectora y “chineadora” de la madre quien era considerada como un simple brazo ejecutor.
Con el transcurso del tiempo y, a lo largo de más de sesenta años la situación familiar ha experimentadoun giro muy grande, ya que, nos damos cuenta que, frente a la realidad actual, ese principio constitucional se ha quedado corto. De limitarnos a dicha premisa, qué nombre debemos darle a esas parejasque han procreado hijos pero que, no se encuentran ligados bajo la institución jurídica del matrimonio; o bien, cómo considerar a esas mujeres u hombres que solos han tenido que hacer frente a lacrianza de los hijos, por razones de divorcio, separación o muerte de su pareja; o peor aún, qué sucede con aquellos tíos o abuelos que viven con sobrinos u otras personas que se encuentran a su cargo, osimplemente de aquellas parejas que, a lo largo de su vida en común nunca han logrado procrear un hijo. Bajo la perspectiva enmarcada en dicho artículo, esas no serían consideradas familias, y no...
Leer documento completo
Regístrate para leer el documento completo.