arte de amar
(Monologo)
Tenía catorce años cuando asesiné a mi abuela Carlota. No fue algo que tuviera previsto, pero es que la vieja era una necia y amargaba mi vida con sus achaques, su senectud, sus fastidiosas peroratas sobre tiempos ya pasados pero sobre todo por su insistencia en decir que yo estaba loco, que ella estabasegura de que a Camila no la había matado un carro ni se había ido. Ella aseguraba, siempre mirándome a los ojos, que yo había sido el autor de la desaparición de la desgraciada gata.
Recuerdo que veía televisión una tarde cuando mi abuela empezó con su cháchara, se hallaba detrás de mi, sentada en su silla de ruedas. De espaldas a ellas acostado sobre mi pecho la escuché impasible durante un rato.Mi madre en la cocina no le prestaba la más mínima atención, puesto que ya se había convertido casi en un hábito eso de decir que yo había matado a Camila.
Mientras hablaba y hablaba sin parar, gesticulaba moviendo sus nudosas manos y cambiando la entonación de su chillona voz, tanto que por momentos parecía que gritaba histérica. De pronto, su voz cambió y se dirigió directamente a mi, bajó eltono de su voz para que sólo yo pudiera escucharla y me dijo: — Se que tu mataste a la gata, eres un maldito engendro. Lo lamento por mi querido Alberto – mi padre -, pero tu no eres normal. No lo eres.
Ya sin poder aguantarme, voltee hacia ella y la miré con una frialdad y un odio tales que la vieja quedó paralizada empezando a temblar. Me incorporé lentamente y me paré junto a ella, acerqué mirostro a su oído y le susurré con un tono infantil, casi tierno: — Tienes razón abuelita, yo maté a la maldita gata. Nunca has estado equivocada. Ahora te digo algo más, tú serás la próxima. Hagas lo que hagas, digas lo que digas tú serás a quien mate la próxima vez. — Luego le di un delicado beso en su arrugada mejilla. Alejé mi rostro para mirarla y me sentí complacido al observar como laanciana respiraba agitada y sus manos temblaban visiblemente debido al terror.
— No te preocupes, — agregué, haciéndole un guiño — no te dolerá. Te lo prometo. — Luego le di la espalda y me dirigí a la cocina donde me tomé un vaso de agua helada. Estaba tranquilo, feliz. Había dado el paso decisivo que le daría sentido a mi vida y era mi abuela Carlota quien me lo había permitido. De alguna manera mesentí agradecido con la fastidiosa anciana. Debo agregar, eso si, que era ella se lo había buscado y no había marcha atrás. Era un enojoso estorbo en mi tranquila vida y además, no tenía sentido que siguiera viviendo. Ese día, mi querida abuelita había decidido su propio destino y sería yo el encargado de ese destino fuera una realidad.
"el asesino sabe más de amor que el poeta"
cuando las balasse incrustan
en el hígado como las espinas
atraviesan los dedos largos
de tu mano entumida
en el gatillo y la muerte rima con los versos salpicados
de las vocales malditas
de la última línea que jadea
y se niega a expirar
en un segundo de más.
Así se entregan sufragios y se olvidan coronas, se reza por los muertos, por los viejos y los jóvenes, por las madres, por los padres; como si lapalabra de un sacerdote fuera la píldora del día después y no intuyéramos una verdad a medias entre tantas mentiras sueltas, así también se puede matar así también se matar, se matar: filosos amores, culpas estrechas, caderas ajenas balas de plata y sufragios con claveles rojos como comensales de este funeral sin muerto, de esta despedida sin hasta luego.
CAMILA III PARTE Y ULTIMA
Ese mismoterror, esa imagen de miedo incontrolable, ese sentirme dueño del mundo, ser amo de una vida y hacer lo que más me diera placer era una sensación que sólo asesinando he vuelto a sentir. Me agaché abriendo el morral y procedí a sacar la grapadora. Mi plan ya estaba en ejecución y parte del mismo era procurarle a Camila una muerte lo más dolorosa y prolongada posible. El maldito animal me había...
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