ARTE DE HABLAR Y ARTE DE DECIR. UNA EXCURSIÓN BOTÁNICA EN LA PRADERA DE LA RETÓRI
2. Partiendo de la dicotomía hablar y decir, ¿dónde se concentra más la retórica?
3. ¿Cuál es la paradoja que se halla detrás del origen de la retórica?
4. ¿Cómo podríamos definir a la retórica? ¿Se puede considerar un arte?
5. Cita los 5 principios fundamentales que propne FAFNER para logar una comprensión amplia y adecuada de laretórica.
http://www.ub.edu/geocrit/sv-67.htm
ARTE DE HABLAR Y ARTE DE DECIR. UNA EXCURSIÓN BOTÁNICA EN LA PRADERA DE LA RETÓRICA
José Luis Ramírez
Reproducido de: Arte de hablar y arte de decir. Una excursión botánica en la pradera de la retórica. Relea, Caracas: Universidad Central de Venezuela, Facultad de Ciencias Económicas y sociales,septiembre 1999.
Hablar y decir no es lo mismo, aun cuando son interdependientes. Hablar es actuar, un acto intransitivo; decir es hacer, que supone transitividad. De la diferencia entre hablar y decir se derivan dos concepciones complementarias de la retórica. El autor de este artículo afirma que el «arte de hablar» exige una perpectiva fundamentalmente antropológica. La retórica seconvierte así, en competencia con la filosofía, en una ciencia fundamental que influye en todo conocimiento humano de cualquier índole, pero especialmente el conocimiento práctico que supone la deliberación sobre nuestras actuaciones y el planteamiento y resolución de nuestros problemas.
Después de más de un siglo de incomprensión y desprecio asistimos desde hace dos decenios a lo que podría llamarse elrenacimiento de la Retórica. El interés por la vieja disciplina aumenta día a día a ritmos diferentes según los países. Nuevas instituciones, actividades y pu-blicaciones que propugnan la restauración de los estudios retóricos van surgiendo en estos momentos de transición tanto secular como histórica entre la sociedad postindustrial y lo que llaman sociedad de la información. Vivimos sin embargoen unos tiempos en que la chrêmatistikê, el espíritu financiero, y la retórica del Mercado dominan nuestra vida y nuestro pensar de una manera inevitable. Como en el siglo de la Sofística, estamos expuestos a un uso de la retórica de variopintas intenciones.
El dar nombre a algo no implica sin más que ese algo conlleve una descripción o una definición clara y unívoca. Cuanto más frecuente es eluso de una denominación concreta, más probabilidad hay de que vaya adquiriendo sentidos diferentes. La denominación de retórica no se aplica a algo que pueda definirse o delimitarse sin más. La retórica es un lugar, un topos -por usar un término retórico-, una especie de hogar que reúne en su torno narraciones diferentes, o un parque de recreo en el que cada uno juega su juego. El filólogo noruegoØivind Andersen publicó en 1995 uno de los mejores libros sobre la evolución y los diferentes aspectos de la retórica que hayan visto la luz durante los últimos años. Ha dado el autor nórdico a su libro el sugestivo título de "En la pradera de la retórica» (I retorikkens hage, Andersen [1995]). La comparación entre la retórica y una pradera en la que proliferan plantas y flores de diversas especiesy en donde muchos tipos diferentes de actividades pueden tener lugar, es sumamente acertada y ha inspirado el subtítulo de mi artículo.
Hablar y decir
Para ir distinguiendo especies en la pradera de la retórica, voy a empezar por distinguir entre el hablar y el decir y, con ello, entre dos concepciones -ciertamente coordinadas, mas no por ello menos diferentes- de la retórica como arte dehablar y como arte de decir. Elegir la primera concepción implica acercarse a la filosofía y a la psicolinguística, mientras que la segunda nos conecta con la ciencia de la literatura o estilística y con la semiótica.
Hablar y decir parecerán quizá expresiones respectivamente sinónimos y ciertamente el uso cotidiano las intercambia e iguala. Pero si alguien dice, por ejemplo: «El Jefe del Gobierno...
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