Arte Y Poder
¿Qué decir de la arquitectura? Cualquieraque haya acudido a una oficina de información y turismo conoce de primera mano el tipo de edificios que suelen recomendarse en las ciudades: iglesias, catedrales, mezquitas, castillos y palacios. La belleza parece haber sido durante siglos patrimonio de los ricos, de los que tenían suficiente poder (económico y político) como para permitirse la elegancia de las construcciones renacentistas o elrecargamiento barroco. El arte no es, a este respecto, un artículo de primera necesidad, de manera que no es de extrañar que durante siglos haya sido una marca de estatus. El lugar preferente en una iglesia (o el tener una capilla propia), el tamaño del castillo o la suntuosidad del palacio era una forma de intimidar, de manifestar la grandeza propia, y los artistas son una rara avis que ha podidosobrevivir, como un subproducto, a esta necesidad de ostentación. Mecenas los ha habido de muchos tipos: desde los que amaban el arte y sabían apreciar la belleza y la capacidad de artista, hasta los que se amaban sólo a sí mismos, y veían en el arte una forma más de distinción. Cuadros, retratos y esculturas han proliferado desde el comienzo de nuestra cultura como una forma de relacionarse con ladivinidad, pero también como un modo de “divinizar” la autoridad civil. Convertir al emperador en Dios, rememorar una victoria o simplemente asustar al pueblo. Pragmática del arte que no siempre se tiene en cuenta a la hora de explicarlo. Cualquier obra es mucho más que un conjunto de criterios o normas estéticas integradas en un artefacto.
¿Cómo afecta esto al arte actual? Difícil pregunta,entre otras cosas porque siempre resulta más fácil observar el pasado que detectar los rasgos del presente que se perpetuarán como definitorios de nuestro tiempo. Pero qué duda cabe: los artistas que en el mañana serán reconocidos como los más representativos de nuestro tiempo necesitan comer, y por tanto alguien que esté dispuesto a “subvencionar” su producción. Los modernos mercados del artecontemporáneo son los actuales mecenas. Allí se decide quién es un artista de verdad y quién no lo es. Es la ley del mercado: el bueno sobrevive, vende, el mal artista debe ir buscando otras ocupaciones. ¿Cuál es hoy su valor pragmático? En esto, me temo, no hemos avanzado demasiado: lo que hoy recibe el calificativo de “arte” sirve para separar a una reducida élite económica y cultural del resto de...
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