Artes visuales
Nación: una historia de la incultura
Graciela Montaldo, Columbia University
Buena parte de los proyectos intelectuales sobre la nación son
enunciados culturales sobre la posibilidad de la nación y, como muchos
de sus teóricos han señalado, el establecimiento de una narrativa na
cional debería llamar másnuestra atención sobre lo que queda fuera de
ella.1 Quisiera volver por un momento al sugerente proyecto que Walter
Benjamin enuncia en su Diario de Moscú (diciembre 1926–enero 1927); allí
dice que querría hacer una “historia de la incultura”, escribir sobre la ener
gía revolucionaria de las capas incultas y su alianza con los intelectuales,
que se convertirían en línea de avanzada de la“incultura”. Exactamente lo
opuesto podemos encontrar en la Argentina del fines del siglo XIX donde
los intelectuales consolidarán su alianza con el Estado. Sin embargo, en sus
ensayos es posible ver una cierta historia de la incultura. Lo que me pro
pongo leer bajo ese nombre, desde algunos textos ensayísticos (científicos y
nacionalizadores a la vez), es cómo la constitución de una cultura nacionales, al mismo tiempo y por sobre todo, la definición de lo que la cultura no
es, de qué modo, introduciendo los gustos y prácticas de aquellos que no
forman parte legítima de la elite cultural, en muchos de esos ensayos se
describen, como en un catálogo, las prácticas “incultas” que la cultura
quiere despojar de valor pero que ya se han impuesto socialmente. Y por
esa razón pienso que esautópica historia de la incultura solo sería posi
ble leerla desde una frontera, también utópica, en la que colocándose en
el borde de los conceptos (cultura, incultura) emergería la conflictividad
de los procesos modernizadores, disciplinarios, nacionalizadores y las
resistencias que generaron para imponerse. El ensayo, como género,
proporciona un mirador muy especial y fue, en elfin-de-siècle, el lugar
que permitió no sólo “ensayar” un discurso sino crear un campo de
significados nacionales y nacionalizadores desde diferentes disciplinas.
La cultura, desde Raymond Williams hasta Stuart Hall y Edward W. Said,
es el conjunto de prácticas sociales y, al mismo tiempo, el proceso de otor
garles sentido; es una suerte de carnet de identidad que indica la pertenencia
a unacomunidad de iguales en la que todos temen ser diferentes. Su capaci
dad de otorgar esa identidad está tanto en el conjunto de instituciones que el
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Gr aciel a Montaldo
Estado moderno ha legitimado como en aquellas que se le oponen; por eso
la cultura no puede ser vista sino como el resultado de esa interacción insti
tucional de la comunidad entre sí. Por eso también, una comunidadque se
enfrenta a través de la política, se enfrenta a través de la cultura, del mismo
modo que una consolidación de la comunidad requiere la intervención de la
cultura. Incultura es un nombre, el de las prácticas comunitarias que que
dan fuera de las instituciones tradicionales del saber; aquel que designa la
negociación entre las partes en conflicto cuando la política ha comenzado acumplir otra función. Roberto Esposito sostiene que:
La política moderna, ¿no ha nacido justamente para neutralizar el con
flicto? En dicho sentido, ¿no ha sido siempre, desde el comienzo, “anti
política”? Desde este punto de vista, la antipolítica es la forma extrema,
póstuma y acabada de la política moderna como manera, inevitablemente
conflictiva, de neutralizar otro conflicto, másinsostenible todavía (14).
Es gracias a esta capacidad de neutralizar los conflictos de la política
moderna que la cultura cobra un poder decisivo. Establecido este campo,
habrá que seguir preguntándose. Desde esos bordes, habría que considerar
cuánto de problemático tiene el término “cultura” por sobre el de “nación”
y cómo la nación debe ser anclada en la cultura en estos procesos de moder...
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