Arthur C

Páginas: 291 (72701 palabras) Publicado: 7 de marzo de 2015
LAS ARENAS DE MARTE
Arthur C. Clarke

Capítulo 1
-¿De veras es ésta la primera vez que sube? -preguntó el piloto mientras se reclinaba
perezosamente en el asiento, haciéndolo balancear con suavidad. El gesto de indiferencia
con que se llevó ambas manos a la nuca aumentó la intranquilidad del pasajero.
-Sí -respondió Martin Gibson, sin apartar los ojos del cronómetro que marcaba el paso
de lossegundos.
-Ya me parecía a mí. Nunca le salieron muy bien en sus cuentos... todas esas tonterías
sobre desvanecimientos causados por la aceleración. ¿Por qué será que la gente escribe
esas patrañas? Es mala propaganda.
-Lo siento -contestó Gibson-, pero usted se refiere a mis primeros cuentos. En aquel
entonces aún no habían comenzado los viajes espaciales y tuve que emplear mi
imaginación.
-Quizás-admitió el piloto de mal grado. (No prestaba la menor atención a los
instrumentos y faltaban sólo dos minutos para el despegue)-. Lo que está experimentando
debe parecerle extraño después de haber escrito tanto sobre el tema.
Gibson pensó que el adjetivo no era del todo adecuado, pero comprendía el punto de
vista de su interlocutor. Muchos de sus héroes y villanos habían contemplado
hipnotizadoslas implacables agujas del segundero mientras esperaban que los cohetes
los lanzaran hacia el infinito. Y ahora, como sucedía siempre que uno sabía esperar, la
realidad se mezclaba con la ficción. Este momento estaba a sólo noventa segundos en su
futuro. Sí, era extraño; sin duda, un caso de justicia divina.
Adivinando sus pensamientos, el piloto le dirigió una mirada y trató de animarlo con ungesto.
-No se deje asustar por sus propios cuentos. Una vez, hasta partí de pie, sólo por
ganar una apuesta, aunque fue una verdadera tontería.
-No estoy asustado -respondió Gibson, poniendo demasiado énfasis en sus palabras.
El piloto se dignó mirar el reloj cuando al segundero le faltaba recorrer una vuelta
completa:
-¡Uf! -dijo-. En ese caso, en su lugar no me aferraría tanto al asiento. Es sólode berilomanganeso y puede torcerse.
Gibson, obediente, trató de relajarse. Sabía que sus reacciones ante la situación eran
mecánicas pero no por esto menos reales.

Notó que el piloto permanecía tranquilo aunque sin apartar los ojos del cuadro de
mandos.
-Claro que no es muy cómodo pero sólo dura unos pocos minutos -dijo-. ¡Ah! ya
empiezan las bombas de combustible. No se inquiete cuando lavertical comience a hacer
cosas raras; deje que el asiento se mueva hacia donde quiera. Cierre los ojos, si le parece
mejor. ¿Oye? Ahora arrancan los cohetes de ignición. Tardaremos unos diez segundos en
alcanzar el impulso necesario. No es nada, aparte del ruido. Tiene que soportarlo. ¡Tiene
que soportarlo, le digo!
Pero Martin Gibson estaba haciendo algo totalmente distinto. Al alcanzar unaaceleración no mayor que la de un ascensor de alta velocidad pasó mansamente a la
inconsciencia.
Se reanimó cocos minutos después, ya recorridos miles de kilómetros, muy
avergonzado de sí mismo. Un rayo de sol le daba de lleno en la cara; el postigo protector
del casco exterior se había deslizado. La luz, aunque intensa, no era tan cegadora como
había esperado; luego observó, sin embargo, que sólo unaparte de su intensidad se
filtraba a través de los vidrios, de tono muy oscuro.
Miró al piloto, que escribía absorto sus notas en la carta de navegación inclinado sobre
el cuadro de mandos. Aunque todo estaba en silencio, Gibson oía de vez en cuando
ciertos estampidos ahogados que lo desconcertaban. Tosió suavemente para anunciar
que había vuelto en sí y preguntó al piloto la causa de los ruidos.
-Esla contracción térmica de los motores -contestó éste con parquedad-. Han estado
funcionando a cinco mil grados y se enfrían con rapidez. ¿Se siente mejor?
-Estoy muy bien -contestó Gibson, sinceramente-. ¿Puedo levantarme?
Desde el punto de vista psicológico había tocado fondo y vuelto a reaccionar. Era una
condición muy inestable, aunque no lo notara.
-Puede hacerlo, si quiere -respondió el...
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