Arthur C

Páginas: 698 (174416 palabras) Publicado: 7 de marzo de 2015
EL JARDÍN DE RAMA
Arthur C. Clarke y Gentry Lee

Agradecimientos
Mucha gente hizo valiosas contribuciones para esta novela. Antes que nadie, en
cuanto al impacto total, se cuenta nuestro editor, Lou Aronice: sus primeros
comentarios le dieron forma a la estructura de la novela y su aguda revisión final
antes de publicar fortaleció, de modo importante, la ilación del texto.
Nuestro buen yomnisciente amigo Gerry Snyder fue, una vez más,
extremadamente útil, enfrentando, con total disposición, cualquier problema técnico,
fuera éste grande o pequeño. Si en este relato los pasajes sobre temas médicos son
exactos y tienen verosimilitud, entonces el mérito se le debe reconocer al doctor Jim
Willerson. Cualquier error es estricta responsabilidad de los autores.
Durante las primeras etapas de laredacción, Yihei Akita dejó de lado sus propias
actividades para ayudarnos a encontrar la ubicación adecuada para las escenas
japonesas. Asimismo, tuvo más que buena disposición para discurrir en detalle sobre
las costumbres, así como la historia, de su nación. En Tailandia, Watcharee
Monviboon fue una excelente guía para conocer las maravillas de ese país.
La novela trata, en detalle, sobremujeres, especialmente sobre cómo sienten y
piensan: tanto Bebe Barden como Stacey Lee siempre estuvieron dispuestas a
conversar sobre la naturaleza femenina. Bebe Barden fue, asimismo, especialmente
útil con las ideas para la vida y la poesía de Benita García.
Stacey Kiddoo Lee hizo muchas contribuciones directas para El Jardín de Rama,
pero su desinteresado apoyo a todo el esfuerzo fue de sumaimportancia. Durante la
redacción de esta novela, Stacey también dio a luz, a su cuarto hijo, Travis Clarke
Lee. Stacey, muchísimas gracias por todo.

Diario personal de Nicole
1
29 DE DICIEMBRE DE 2200
Hace dos noches, a las 10:44 hora de Greenwich en la Tierra, Simone Tiesso
Wakefield saludó al universo. Fue una increíble experiencia. Yo creía haber sentido
emociones fuertes antes, pero nada de loacontecido en mi vida —ni la muerte de mi
madre, ni la medalla olímpica de oro en Los Angeles, ni mis treinta y seis horas con
el príncipe Henry y ni siquiera el nacimiento de Genevieve bajo los vigilantes ojos de
mi padre en el hospital de Tours— fue tan intenso como mi alborozo y mi alivio
cuando, finalmente, oí el primer llanto de Simone.
Michael había predicho que el bebé llegaría el día deNavidad. Con su habitual
calidez, nos dijo que tenía la firme creencia de que Dios nos iba a "dar una señal" al
hacer que nuestro niño espacial naciera en la fecha en la que se suponía que había
nacido Jesús. Richard se mofó como hace siempre mi marido cuando el fervor
religioso de Michael se apodera de 61. Pero, después de que sentí las primeras
contracciones fuertes en la Nochebuena, inclusoRichard casi se volvió creyente.
Dormí con sobresaltos la noche previa a Navidad. Justo antes de despertar, tuve
un ensueño profundo, vivido: estaba caminando junto a nuestro estanque en
Beauvois, jugando con nuestro pato Dunois y sus compañeros, los patos silvestres,
cuando oí una voz que me llamaba No pude identificarla, pero supe, sin duda, que
era una mujer la que hablaba. Me dijo que el nacimientoiba a ser extremadamente
difícil y que yo iba a necesitar toda mi fuerza para dar a luz a mi segundo hijo.
El día de Navidad, después de intercambiar los sencillos regalos que cada uno de
nosotros había ordenado clandestinamente de los ramanes, empecé a adiestrar a
Michael y a Richard para enfrentar varias posibles emergencias. Pienso que Simone,
sin duda, habría nacido el día de Navidad si nohubiera tenido tan presente que los
dos hombres no estaban ni remotamente preparados para ayudarme en caso de un
problema serio. Es probable que, en esos dos días finales, no haya sido más que mi
fuerza de voluntad lo que demoró el nacimiento del bebé.
Uno de los posibles inconvenientes que discutimos en Navidad fue el de un bebé

en posición incorrecta. Algunos meses atrás, cuando mi nonata beba...
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