Arthur C

Páginas: 371 (92588 palabras) Publicado: 7 de marzo de 2015
Venus Prime I Máxima
Tensión
Arthur C. Clarke y Paul Preuss

AGRADECIMIENTO
Doy las gracias a Kristina Anderson, encuadernadora de libros y artista de San
Francisco, por darme a conocer los rudimentos del arte de la elaboración de libros. A
Carol Dawson, escritora, y a Lenore Coral, bibliotecaria de Cornell, por refrescar mis
recuerdos de Londres en general y de Sotheby en particular. A mi hija,Mona Helen
Preuss, por sudar tinta entre viejos catálogos de subastas en la biblioteca de la
Universidad de California, en Berkeley. Al personal de la sección de libros raros de la
Biblioteca Pública de San Francisco que se mostraron constante y anónimamente
eficientes y serviciales. Gracias a todos ellos, y que estén bien tranquilos, porque mis
errores son sólo míos.
PAUL PREUSS

Primera parteLA ZORRA Y EL ERIZO

1

—¿Significa algo para usted la palabra Sparta?
Una mujer joven estaba sentada en una silla de pino barnizado con respaldo de
barrotes. Tenía el rostro vuelto hacia el alto ventanal; sus facciones impersonales se
veían pálidas a la difusa luz que inundaba la habitación blanca y que era reflejo del glacial
paisaje del exterior.
El hombre que hacía las preguntas se manoseó labarba entrecana, que llevaba
recortada con pulcritud, y miró con ojos de miope y por encima de los anteojos a la mujer
mientras aguardaba una respuesta. Estaba sentado tras un maltrecho escritorio de roble
de al menos ciento cincuenta años de antigüedad, y era un tipo bonachón que al parecer
disponía de todo el tiempo del mundo.
—Pues claro.
En el rostro ovalado de la mujer las cejas eran dosanchas pinceladas de tinta por
encima de los ojos, de color marrón; bajo la nariz respingona tenía una boca carnosa de
labios inocentes, que presentaban un color rosa natural y delicado. El pelo castaño, sin
lavar, que le caía en mechones sobre las mejillas, y la bata sin forma definida que llevaba
puesta, no lograban ocultar la belleza de la joven.
—¿Y qué significa para usted?
—¿El qué?
—La palabraSparta. ¿Qué le dice a usted?
—Yo me llamo Sparta.
Seguía sin mirar al hombre.
—¿Y el nombre de Linda? ¿Le dice algo?
Ella movió la cabeza de un lado a otro.
—¿Y el de Ellen?
La joven no respondió.
—¿Sabe usted quién soy yo? —le preguntó él.
—No creo que nos conozcamos, doctor.
Continuó mirando fijamente por la ventana, contemplando algo que se encontraba a
una enorme distancia.
—Pero sí sabeusted que soy médico.

La muchacha se removió en la silla y echó un vistazo por la habitación, abarcando con
la vista los diplomas y libros; por último lo miró a él al tiempo que esbozaba una tenue
sonrisa. El médico se la devolvió. Aunque en realidad se habían visto cada semana
durante el último año, la actitud de ella era acertada..., otra vez. Sí, cualquier persona en
su sano juicio se habríadado cuenta de que se encontraba en la consulta de un médico.
La sonrisa de la muchacha se desvaneció y volvió de nuevo la mirada hacia la ventana.
—¿Sabe usted dónde está?
—No. Me han traído aquí durante la noche. Yo suelo estar en el..., programa.
—¿Y dónde es eso?
—En... Maryland.
—¿Cómo se llama el programa?
—Yo... —La muchacha titubeó. Frunció la frente—. Eso no puedo decírselo.
—¿Se acuerda deél?
A ella le centellearon los ojos de ira.
—No está en el lado blanco.
—¿Quiere usted decir que está clasificado?
—Sí. No se lo puedo decir a nadie que no posea una identificación de tipo Q.
—Yo tengo una identificación de tipo Q, Linda.
—No me llame así. ¿Cómo sé yo que tiene usted una identificación? Si mi padre me
dice que puedo hablarle a usted del programa, lo haré.
El médico le habíarepetido con frecuencia que sus padres estaban muertos, y ella
invariablemente acogía la noticia con incredulidad. Si él no insistía en ello durante cinco o
diez minutos, la muchacha lo olvidaba con prontitud; si, por el contrario, persistía y trataba
de convencerla, ella se volvía loca de confusión y pena y sólo recobraba aquella triste
calma suya unos minutos después de que él hubiera cejado en su...
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