Articulo La Casa Vieja

La Casa Vieja
Pueblo antiguo, día gris, imágenes que vuelven de vez en cuando a marcar un sentido.
Siempre el caminar de niño, de solitario buscando el hogar. A veces desde abajo, a veces desde arriba, el hogar siempre está en el medio. Casa vieja, lugar añejo; configuraciones de antes. Un sitio de verdes pastos y flores de achicoria con los viejos juegos de hierro pintados de colores, conhamacas colgando de cadenas, con pasamanos soldados en galpones desconocidos, y puestos allí para que cumpla más función de arco de improvisada canchita de fútbol que otra cosa.
Los primeros alambrados marcando propiedades. La vieja ventana aún sin modificar de esa casa vieja, vieja pero que sigue en píe en esta realidad en este tiempo y desde aquellos tiempos.
El aire se respira frío, el agua que caese siente fría en la cara, en las manos, hace frío. Pero es el frío normal, el frío corriente de cada día, el frío del que somos parte.
Cuando voy hacia la casa vieja desde abajo; siento el cansancio de la subida; pasos contados de a uno, en un ritmo de ascenso que obliga a mirar el suelo, a reconocer el terreno. Si tengo suerte llego a la esquina y la veo a ella, así al pasar la cruzo sonrientesaludando y no digo más nada. No digo más nada porque soy muy niño y la inocencia no permite ciertas cosas, no debe hacerlo. Y así, por inocente, la pierdo.
Esta vez no tuve suerte, y sigo, mientras nivelo la respiración del peso del ascenso.
La casa vieja esta a un par de cuadras, o quizás a una; no lo sé, acá nunca supimos interpretar bien eso de las cuadras.
La calle no es de ahora, es de ripiocon las marcas del pasar de vehículos. De un color marrón claroscuro, de ese cuando la tierra está mojada, con pequeños charcos, cuando los charcos eran comunes y nadie se quejaba de ellos, y era normal pisarlos. Era casi una obligación, pisarlo y unos pasos más adelante ir dejando la marca de que uno ha pasado por allí.
La calle también fría, desolada, sin nadie más que mis pasos, estoy yendo ala casa vieja; ¿Qué me espera, que voy a encontrar allí?. Una tarde, (o el resto); una merienda (o el resto). No lo sé. La mayoría de las veces solo se trata del acercamiento hacia la casa vieja. Casi nunca logro entrar, solo llego hasta la puerta. Revivo cada bocanada de aire, y cada detalle del ambiente, del entorno externo, del camino hacia ella, pero casi nunca logro entrar. Debe ser porquetodavía vivo en ella. No estoy seguro.
A medio camino me detengo y observo la distancia que queda. Tomo conciencia de que las cosas están todas configuradas como antes. Pero nada me indica una fecha. Ningún vehículo, ninguna marca de nada que de una pista de la fecha. Solo sé que soy más chico; pero tampoco estoy del todo seguro de eso. Quizás las imágenes interpuestas como eran antes me llevan apensar eso; quizás solo cambia la escena, quizás niño, joven o adulto; siga siendo el mismo. Pienso en ello cuando me detengo. Y me impulsa la intriga, (¿si no sé cómo soy yo físicamente, cómo serán los demás?); por eso sigo caminando hacia la casa vieja.
Voy al encuentro de algo que no sé si es de ahora o de antes. Camino llegando y veo más allá pasando la casa vieja, la plaza, de verdes achicoriasy juegos de metal colorido, las cosas son de antes, pero creo que yo no. Y subo las escalinatas de afuera, y palpo el rocío de la lluvia en el barandal de hierro, y siento el frío y el agua. Y quiero subir y entrar y no puedo. Hay un acontecimiento allí que me lo impide, y las imágenes desaparecen.
Otras veces, cuando voy hacia la casa vieja desde arriba. Vengo del campo, del campo descampadoajeno de viviendas, es el campo de antes; es una suerte de arribo a la casa vieja luego de un paseo campestre, de pastizales ocres, de árboles viejos y arbustos espinados; de calles improvisadas, de huellas y charcos estancados, de barro y agua turbia corriendo en bajada. No hay prisa, no hay preocupaciones; hay tiempo tranquilo y la configuración de las cosas también es la de antes. Calles de...