Articulo
Cuando hablamos de seguridad, debemos diferenciar, la seguridad nacional, cuya prioridad es la protección y defensa del Estado-Nación, sus instituciones, y los ciudadanos,frente amenazas internas o externas consideradas de máxima gravedad; de la seguridad pública, que hace referencia a aquéllas situaciones que afectan a los ciudadanos de una manera tan amplia que requiere una clara intervención de las instituciones estatales para garantizar su control y prevención; y la seguridad ciudadana, cuyo énfasis es garantizar que los miembros de la sociedad, puedan convivirde manera pacífica en un marco de respeto, a sus derechos y de cumplimiento de sus deberes constitucionales y legales.
En el período de la guerra fría, se consideró que la seguridad, era solamente la seguridad del Estado, y ésta era una actividad de especialistas militares, y los civiles no tenían por qué preocuparse de la misma. Esta distorsión, en América Latina, se profundizó con la tesis, dela llamada doctrina de la seguridad nacional, que conllevó a una visión maniquea de la sociedad y la asimilación de seguridad con represión, coacción de libertades, abusos en nombre de la defensa del Estado y sus instituciones.
En democracias en desarrollo como la nuestra, es importante consolidar la idea de seguridad democrática, entendida como aquella que se basa en la consolidación de unacultura de convivencia ciudadana, esto es, solidaridad, respeto a las diferencias en un ambiente tendiente a eliminar profundas desigualdades, es decir, en el que prevalezcan criterios, postulados y principios básicos de justicia distributiva; y acompañado de unas instituciones estatales con eficaz capacidad coactiva de prevención y control, de aquellos factores que afectan la convivencia social.
Unaseguridad democrática constituye no un simple decir, como cuando se habla de una rosa amarilla, si no una relación problemática entre dos términos pesados, en los que uno de ellos, el adjetivo democrático, es portador de cierta densidad sustantiva. En ese sentido podría hablarse también de una democracia segura, si se invirtieran los términos, o de otra parte, podría tratarse de una contradicciónentre estos dos términos democracia y seguridad.
Si queremos seguridad, hay que sacrificar la democracia liberal; y si queremos más democracia tenemos que conformarnos con mayor inseguridad. Algo de esto subyace en el planteamiento de quienes, mientras se les hace agua la boca, reclaman restricción de libertades, endurecimiento de la legislación penal, y crecimiento del presupuesto militar, cadavez que se presenta un atentado terrorista, o que sucede una incursión guerrillera, o incluso, que hay manifestaciones de desorden social… en realidad, dentro de las tradiciones políticas que caracterizan la construcción de la modernidad, seguridad y democracia, no han gozado de un acoplamiento fácil; más bien se han repelido tanto en los procesos reales, como en el mundo de las ideas. Vemos comose repite el ciclo histórico en el que la constante ha sido una delineada contradicción, entre las políticas idealistas, desencajadas de la realidad; de una parte, las leyes de seguridad, y de otra los procesos de cambio.
Así, cuando en la segunda mitad del siglo XIX se comenzaron a consolidar los primeros regímenes constitucionales en Europa, las nuevas hegemonías en el poder, introdujeron...
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