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Desde 2009, el movimiento Tea Party, una ala que encuentra espacio en un sector del Partido Republicano, cobró relevancia. Alrededor del 20 por ciento de la población norteamericana simpatiza con este grupo espontáneo que reacciona ante las políticas de Obama, que consideran como un avance del socialismo, con una vuelta al pasado: libre mercado = ciudadanos libres, lo que significa la baja delos impuestos y la minimización del Estado. En contra de las inyecciones financieras para sostener el consumo, de las políticas en contra de la emisión de gases tóxicos y de la última ley de asistencia sanitaria del presidente demócrata, el Tea Party teme por la desaparición de los valores que garantiza la constitución del país.
ontroversial e inevitablemente conservador, es una reacción espontáneay radical a la crisis económica, respuesta que, esperemos, logre moderarse.
Según los japoneses el té modera el carácter. Y en tiempos electorales y de veda en Argentina, sería buena una vuelta o introducción al té, esa bebida vigorizante que estimula la concentración y ayuda a mantener un organismo limpio de toxinas. Una discusión llena de teína podría resultar un salto creativo. O ese es mideseo. Una democracia llena de bebedores de té.

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"English only" (sólo inglés). Bajo esta premisa, esta corresponsal obtiene monosílabos y falta de interés en las respuestas por parte de sus pretendidos entrevistados cuando perciben el acento extranjero en el inglés de la reportera. Todavía no son las ocho de la mañana, pero los asistentes a la primera Convención Nacional del TeaParty congregados en Nashville (Tennessee) ya están ejercitando un músculo que comenzó a calentar la noche anterior el populista e incendiario Tom Tancredo.
El potente desayuno, "típicamente americano", puntualiza una risueña abuela de Florida -huevos revueltos, salchichas, beicon y patatas, todo regado con mucho café- también "americano"-, ayuda a coger fuerzas para la dura misión: recuperar América para losamericanos.
Afectado por esta máxima está Barack Obama. No son pocos los seguidores del Tea Party que creen que el presidente no es norteamericano y le exigen su certificado de nacimiento. Afectada también está Samyra, la palestina que sirve los cafés en la convención; Roberto, el salvadoreño que hace las camas del hotel; y Ahmadu, taxista etíope que transporta a la delegación de California.Congresista republicano en Washington durante los últimos 10 años y hoy alejado del Capitolio aunque no de la arena política, Tancredo denunció en el discurso de apertura de la convención "el culto al multiculturalismo". Famoso por su agenda anti inmigración y por pretender añadir una enmienda a la Constitución de EE UU que establecía el inglés como lengua oficial del país -intento fracasado-, Tancredoaseguró que Obama llegó al poder porque "en este país no existe un examen cívico y de alfabetismo necesario para que la gente pueda votar". "Vota gente que ni siquiera sabe deletrear o escribir la palabra votar", ridiculizó. La ovación que recibió fue intensa. Pero la declaración ha sido polémica y ha avivado el fuego de un extremismo que los defensores del movimiento pretenden maquillar. Pruebas dealfabetismo se usaron durante la segregación para dejar fuera a los votantes negros hasta que una ley los prohibió en 1964.
"Este país es nuestro", reclamó Tancredo. "Recuperémoslo". Ésa es la esencia del movimiento de los Tea Party, junto a la ferviente y alérgica oposición a los impuestos y a la autoridad del Gobierno Federal. Refundar Estados Unidos con una segunda revolución que, en opiniónde sus seguidores, ya ha comenzado. Como ejemplo aportan tres batallas ganadas en la guerra contra el poder: Virginia y Nueva Jersey (donde los demócratas perdieron en las pasadas elecciones los puestos de gobernadores) y lo que ya se denomina el milagro de Massachussetts: la conquista por Scott Brown, un populista sin identificación ideológica, del escaño en el Senado dejado vacante en ese...