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Por William Ospina | 12 de Enero, 2014
¿Sí tendrá de verdad el Gobierno la voluntad de alcanzar la paz negociada, que todos sabemos necesaria y que las comisiones de La Habana se esfuerzan arduamente por hacer avanzar desde hace más de un año?
Me lo pregunto porque este gobierno se ha especializado en enviar señales ambiguas. Un día dice que hayque dialogar, al siguiente que hay que dar de baja a todos los jefes de la guerrilla; un día son interlocutores en el proceso de rediseñar y modernizar el campo colombiano y al siguiente son criminales sin entrañas; un día el jefe negociador por el Gobierno nos dice que se avanza con buena voluntad y con buen ritmo, pero enseguida el ministro de Defensa declara que este sí es el año en que se losva a derrotar militarmente.
Santos pareciera que tiene la idea de que gobernar es desconcertar a la opinión pública, que nadie sepa a ciencia cierta lo que el gobernante está pensando ni pueda prever su siguiente paso. El primer sorprendido con ese estilo fue Álvaro Uribe, quien vio a su heredero convertirse de repente en el adalid de políticas distintas y a veces contrarias a la suya. Despuéslos gobiernos vecinos, que vieron cómo uno de sus principales adversarios se convertía en su aliado entusiasta. Y llevamos tres años de sorpresas cuyo común denominador son virajes bruscos, cambios de opinión y decisiones desconcertantes.
Todo eso al nivel del discurso y la comunicación mediática, pero el país no deja de ser el de siempre, el de la guerra sin cuartel, la economía egoísta, eldesempleo, la miseria, el empobrecimiento de las clases medias, la trivialización de los dramas populares y la irresponsabilidad estatal.
Casi todo lo que dice el Gobierno parece más bien maquillaje político: cifras de reducción de la pobreza que no se deben a la creación de empleo sino al cambio del sistema de medición; índices de crecimiento económico que no se traducen en disminución sino enincremento de la inequidad; una defensa de los recursos naturales que no protege nada; una estrategia de devolución de tierras que nunca sale de los titulares, que parece convencida de su propia imposibilidad y que apenas cumple con dejar constancia de sus buenas intenciones; un proceso de paz que no vincula a la comunidad, que no abre horizontes de reconciliación, que no ofrece nada consistente a lasvíctimas.
Ojalá me equivoque, pero la política de paz del gobierno Santos podría terminar siendo no más que una estrategia para mantener neutralizados a los críticos del guerrerismo a ultranza y para asegurar la reelección de un gobierno que no tiene nada que mostrar en casi ningún campo. Los paros agrarios fueron una triste prueba de insensibilidad ante los hechos y de irresponsabilidad en elcumplimiento de las promesas.
Qué duro sería para Colombia que al cabo de seis o siete años todo derivara en una nueva ruptura del proceso, y que el Gobierno hubiera logrado mantener mientras tanto acallada a la crítica, y a la expectativa a sectores de opinión que pudieron hacerle exigencias reales a la administración.
Este gobierno no se caracteriza por su pacifismo, ni por su sensibilidad social,ni por su afán modernizador, ni por su estrategia educativa, ni por un proyecto de reformas convincentes, en un país tan necesitado de cambios que despierten esperanza y gestos que convoquen a los ciudadanos al compromiso y a la acción.
Y si señalo como responsable al Gobierno es porque nadie puede esperar, ni es concebible, que sea la guerrilla la que marque la dinámica de esa negociación, nilidere los temas de la política, ni le abra horizontes de convivencia y de progreso a Colombia. El Gobierno representa a las mayorías electorales (aunque sabemos de qué manera se elige en Colombia), y administra el tesoro público y tiene la legitimidad suficiente para tomar decisiones.
Pero tenemos más bien la impresión de que nos gobiernan una mezcla de astucia y cinismo, no la generosidad ni...
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