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Esta sugerente reflexión del filósofo alemán, Jürgen Habermas, me ha traído a la memorialo que sucedió durante una cena en palacio a la que el poderoso rey mogol Tamerlán invitó al sabio Maestro Hodja. Para la ocasión, el cocinero real, entre otros platos, habíapreparado uno a base de col.
Terminada la cena, Tamerlán preguntó a Hodja:
— ¿Le gustó la col?
— Estaba exquisita, Majestad.
— A mí me pareció horrible, dijoTamerlán.
— Tiene razón, agregó Hodja, estaba demasiado blanda.
— Pero, Maestro, acabas de decirme que te pareció exquisita, —observó Tamerlán.
— Sí, pero estoy al servicio deSu Majestad, no de la col, —replicó Hodja llevando su vaso de vino a los labios que celaban una sonrisa .
Esto sucedió hace casi mil años. La gente todavía busca opinióny consejo, no sólo preguntando a los sabios sino en libros y en Internet. Pocas de estas fuentes son tan honestas como Hodja en admitir a quién sirven y de quiénes son lasopiniones que expresan. En lugar de eso, se llenan la boca con una pretendida “objetividad”.
Hasta en la selección misma de un tema sobre el que se va a hablar o a escribirse manifiesta una subjetividad.
En lugar de expresar lo que gusta o no gusta a quienes están en el poder, la actitud radical de nuestra vida puede elegir la afirmación yla defensa de la vida, de la libertad y del derecho a la búsqueda de la felicidad.
Sobre todo, en la opción preferencial por los más pobres, por los marginados, por
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