asas as as a
TRIBUNA ABIERTA
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OS de mi generación -quiero decir los que estudiábamos por los años
sesenta- tuvimos dos
extrañas privaciones a
las que hemos resistido, en uno o en otro terreno, cada cual según su entender. Padecimos profesores de latín tan malos -tan ignaros, tan bárbaros-, que parecían pagados
por los enemigos de la clasicidad para que
los alumnos llegasen a odiaresa lengua.
Para ellos la riqueza del latín fincaba en las
rarezas y excepciones de sus sistemas de
declinación y conjugación: nada más. (Ni siquiera oímos una palabra amable sobre Julio
César. Debieron considerar - s i es que algo
supieron de su vida y pansexuales gustosque hasta la mención era pecado. ¡Cuánta
pena!) Bien, pues el otro valladar educativo
fue el deporte. Si uno contaba entrelos alumnos más o menos aplicados, debía tener por
dogma que el deporte era cosa de brutos, de
zafios irredentos (por lo general triunfaban en
gimnasia los compañeros más tontos), a lo
que también -cosa lógica- ayudaban los
profesores. Solían ser éstos - l o s dómines
gimnásticos- militares chusqueros o futbolistas fracasados. Creían -hablo en términos
generales- que la gimnasia iba unida ala
más tópica hombría y que la burricie era un
grado. Lograban, pues, que los suspensos en
gimnasia fueran considerados (y nos considerásemos a nosotros mismos) eximios intelectuales, lumbreras de la educación y de la
mente: malaprender latín y ser zotes en gimnasia. Un verdadero clásico diría que nos fallaba todo.
L
¿Hay moral más
apetecible? Enseñando
la igualdad y la diferencia, ele j e r c i c i o es
Por Luis Antonio de VILLENA
signo además de hedonismo sabio y de pabrutal, y asunto de cafres e ignorantes. Du- sión, de aprecio por la intensidad y riqueza
rante muchos años (por desgracia) he consi- del instante. Pero muestra —aún— que
derado el deporte como un mal, como la mo- triunfo, e incluso placer, requieren un previo
derna manifestación del panem et circensesesfuerzo: La gloria del sudor y del cansancio
de Juvenal. Y es cierto que, en parte, no me físico. Así es que epicureismo y estoicismo al
equivocaba. Los deportes de masas (el fút- tiempo, como postulaban los antiguos romanos.
bol, muy especialmente) son el
perfecto sustituto del circo roY, por supuesto, el deporte es
mano. La multitud grita y se despoesía. No ya la que hizo Pínfoga y se olvidade todo lo dedaro o Montherlant cantando a
más. Pero ¡qué lejos están los
los mozos mejores, sino lo poéespectadores de fútbol, del vertico de la belleza derrochada, la
dadero espíritu del deporte! Fue
gracia del esfuerzo gratuito, y el
mi amigo el poeta Francisco Brigesto -sobre todo el gesto—
nes quien, mediando la década
que compone en una tarde una
del setenta, me aficionó alatlemiguelangelesca sucesión de lítismo, y con ello a la verdad y
neas maravillosas... ¿Importan
belleza gimnásticas. Hoy -lejos
las marcas? Por cierto que sí,
de mi adolescencia antideporpero asimismo la manera, la Iontiva— amo y me gusta el ejercigura, el rasgo, el fulgor de la piel
cio aunque siga mirando con
en un escorzo que, a veces
cierto desdén su práctica masifi-como cuando el saltador decada.
longitud pedalea en el aire-, parece casi imposible. Quizá et deLuis Antonio de
¿Qué me exalta en el atleporte represente el heroísmo
Villena
tismo, para mí el deporte suhoy, en un mundo como el nuesPoeta
premo? Dos realidades civilizatro, caído, plebeyizado, envilecido... Revulsivo
doramente básicas: Etica y belleza. De la segunda —diría yo— se avergüenzan algunos. contra los límitesy restricciones del cuerpo
Parece que fuera innoble (y es al contrario) ir (también antirrepresivo) el deporte atlético es
a un estadio a contemplar la hermosura de una subversión contra la medianía, una malos cuerpos ordenados que se estiran y alar- nera de tornar hermosura el estímulo. Por
gan maravillosamente para superar un listón todo ello es un humanismo, y debiera enseo sobrepasar la...
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