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"Los diplomas no cuentan yel talento no siempre ayuda: lo que cuenta es el trabajo. Yo me considero un dibujante correcto, que no tiene el afán del virtuosismo. Es que un buen chiste salva un mal dibujo, pero no al revés."Esta mañana de primavera, soleada y azul, en este bar en la orilla del Paraná, somos dos los que esperamos que el Negro termine su clase de inglés para entrevistarlo. Primero está la nena.
La nenadebe de tener unos diez años y está sentada junto a su papá a una mesa. El bar se llama Metrópolis, en la calle Wheelright, y está frente a una ex estación de tren, Rosario Central, reciclada enmoderno complejo oficinesco con una denominación que es un oxímoron: Centro de Descentralización del Centro. La nena mira con ansiedad la mesa más allá, donde el Negro está con Eddie, su profesor deinglés, Eddie, un galán de más de sesenta, una carpeta, un diccionario entre ambos y los pocillos. "Si no estudié inglés de pibe fue porque mi viejo era peronista, antiimperialista", dirá más tarde el Negro."Hace unos años estaba en una muestra de humor gráfico en Estambul. Imaginate lo que es comunicarse en un inglés chapurreado con polacos, búlgaros y alemanes en una lengua que es la de todos pero...
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