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ESCENA PRIMERA
Medea, sola.
MEDEA Dioses conyugales, y tú, Lucina, guardiana
del lecho nupcial, que enseñaste a Tifis a frenar la nueva
nave que habría de domar marinas; y tú, duro señor del
mar de fondo, Titán, que repartes el claro día al orbe; y
tú, Hécate triforme que das de testigo tu resplandor a los
callados sacrificios; y vosotros, dioses por los que me juró
Jasón ya quienes más le toca a Medea rogar, sima de la
noche eterna, regiones contrarias a los Altísimos, ánimas
en pena, soberano del reino triste y soberana a que arrebató
un mejor fiel, con voz malhadada os invoco. Acá, acá,
acorredme, diosas vengadoras de agravios; desgreñada la
melena de flotantes serpientes, empuñando la negra tea,
llegaos como otrora os llegasteis, hórridas, a mi alcoba denovia. Dad muerte a la nueva esposa y muerte al suegro y
al linaje regio y concededme a mí para el esposo el peor
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mal que os pido. Que viva, sí, pero errante y desvalido por
desconocidas ciudades, desterrado, despavorido, aborrecido,
sin hogar cierto. Ansíeme por mujer; llame a umbral
ajeno como ya conocido peregrino y lo peor que para él me
cabe rogaros, que le salgan los hijos al padrey que a la madre
le salgan. Mas en vano desparramo quejas y palabras.
¿No he de arremeter a los enemigos? ¿No he de apagar a
mano las antorchas nupciales y en el cielo la luz? ¡Y que
esté mirando esto el Sol, origen de mi linaje, y que se le esté
mirando a él, sentado en su carro, recorrer los acostumbrados
espacios del puro firmamento! ¡Que no se vuelva a
su cuna y que no arredre al día!¡Déjame, déjame ir por los
aires en el paterno carro; entrégame, padre, las riendas y
permíteme que temple con ardientes bridas al fogoso tiro!
Corinto, la que opone barreras a doble ribera, juntará, así
que entregada a la hoguera, dos mares. Es lo sólo que me
falta. Llevaré, como ésa misma, a la alcoba la tea después de
las plegarias sacramentales; degollaré víctimas en los altaresconsagrados. Busca, alma mía, en tus mismas entrañas
el camino al suplicio si es que vives, y si algo te queda del
pasado vigor arroja de ti temores mujeriles y reviste de la
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dureza del Cáucaso a tu corazón. Cuantas atrocidades vieron
el Fasis y el Ponto ha de verlas el Istmo. Revuelve dentro
de las mientes maldades fieras, desconocidas, horribles,
tan tremendas para el cielo como para latierra. ¿Sangraza,
matanzas, cadáveres insepultos? ¡Fruslerías! Eso lo hice de
doncella; surta un rencor más hondo. Después del parto
me cuadran mayores crímenes. Cíñete, pues, de rabia y
prepárate con todo furor al exterminio. Que de habérsete
repudiado se hable como de tu boda. ¿Cómo vas a abandonar
a tu marido? Como le seguiste. Basta ya de remolonear.
Como surgió por crimen, por crimen hayque abandonar
esta casa.
ESCENA SEGUNDA
Coro.
CORO Acudan con favor a la regia cámara nupcial
los Altísimos que rigen el cielo y los que el mar; con el
pueblo devoto. Que rinda primero un toro blanco el cuello
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a los soberanos celestiales. Gusta Lucina de ternera nívea
no rendida al yugo y a la que detiene las sangrientas manos
del recio Marte, trama treguas entre los guerreros y guardaen el cuerno caudales para los ricos; désele la más apacible
y tierna de las víctimas. Y tú que llegas con antorchas
de ley, hendiendo la noche con diestra agorera, llégate acá,
Himeneo, marchito, con paso ebrio, ceñidas las sienes con
ramilletes de rosas. Y tú, previa a día y a noche, estrella que
llegas siempre tarde para los amantes, te anhelan las madres
ansiosas y te anhelan las noviasa que derrames cuanto
antes tus lucientes rayos. Esta gala virginal sobrepuja a las
nueras griegas y a las que en la ciudad desmantelada de la
cumbre del Taigeto se ejercitan, cual los mozos, y a las que
se bañan en la fontana beocia y en las aguas sagradas del
Alfeo. Si es por hermosura el caudillo, hijo de Esón, vence
al del rayo malo, al que unce tigres a su carro y al que sacude
los...
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